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domingo, 23 de marzo de 2008

ESCRITORES Y PERSONAJES PSICONAUTAS (I): THOMAS DE QUINCEY





Nace en 1785 en Manchester y muere en 1859 en Edimburgo.El filósofo De Quincey, como él mismo se llega a describir, empieza a tomar opio desde muy jóven y lo hace hasta el final de sus días. Entre otras dolencias, sus constantes padecimientos estomacales debidos a los extremos de hambre sufridos en su infancia le hacen acercarse a la poderosa substancia y quedarse totalmente prendado de ella. Estudiando en Oxford hace amistad con varios de los poetas románticos a los que admira, con los que comparte su afición por la droga y la literatura: Samuel Taylor Coleridge, William Wordsworth, Thomas Carlyle


De Quincey llega a tomar 12.000 gotas diarias de láudano (opio diluido en tintura de alcohol), confesándose opiómano habitual e inveterado, a tal punto que preguntarle si tal día tomó o no sería como preguntar a sus pulmones si habían respirado. Al casarse y compartir su vida con Margaret, su mujer, e ir engrosando la familia con hasta 8 hijos, modera su consumo –no lo abandona- y trabaja de periodista escribiendo artículos, cuentos y críticas. En 1820 se traslada a Londres y decide hacer públicas sus experiencias (positivas y negativas) con su bienamado e íntimo compañero el opio. Publica “Confesiones de un inglés comedor de opio” ayudado por sus antiguos amigos románticos. Debido a la mitificación que por esos tiempos existe sobre la droga por sus tintes exóticos, absolutamente lejanos e impensables para la sociedad inglesa, la obra resulta un éxito y se convierte en lectura obligada para todos los comedores que llegan después, que no pararían de emularle. Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire entre tantos otros, reconocen su influencia. 


De Quincey compara el viaje de opio con la experiencia de la creación artística y describe con maestría sus sueños góticos, egipcios, repletos de dioses hindúes y escenas laberínticas, propias del gran sedante. En el prólogo de su libro, titulado “Al lector”, nos muestra la esperanza de que su relato, no sólo nos distraiga, sino que nos resulte útil y constructivo, convirtiéndose, desde la primera página, en un insigne psiconauta. Hasta la partida hacia el otro mundo de su mujer Margaret en 1837, su consumo sigue moderado, pero tras este incidente, De Quincey vuelve a abusar hasta que sus hijos le instalan en una nueva casa y poco a poco lo consigue reducir de nuevo y puede llevar una vida tranquila hasta su propia muerte.