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jueves, 23 de abril de 2015

QUOTES: HENRI MICHAUX - El infinito turbulento

“A pesar de rebelarme siempre frente a las puertas prohibidas y los ´reservados para iniciados', ahí supe por mí mismo que no se debe y, sobre todo, 
por qué no se debe, hablar demasiado. 
El arma sobrehumana de múltiples filos no puede ser soltada".

Henri Michaux
El infinito turbulento (Experiencias con la mezcalina y el LSD)




domingo, 19 de abril de 2015

"EL MOMENTO CUMBRE” - Vida y legado de un químico humanista – J. C. Ruiz Franco.


Sea esta entrada un homenaje al mítico paseo en bici que nuestro Dr. Hofmann hizo hace ya 72 años.

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Fragmento tomado del libro Albert Hofmann – Vida y legado de un químico humanista – De J. C. Ruiz Franco



Disponible en librerías y en 



Del capítulo 3: “El momento cumbre”

En el transcurso de su investigación con los alcaloides del cornezuelo del centeno, a Hofmann se le ocurrió la idea de obtener un preparado semejante a la Coramina® —cuyo principio activo es la dietilamida del ácido nicotínico— que tuviera su mismo efecto cardiotónico. Como se encontraba estudiando los derivados del ácido lisérgico, probó con su dietilamida, y en noviembre de 1938 sintetizó el compuesto número veinticinco de la serie, que recibió el código de laboratorio de LSD-25.

Hofmann esperaba que el nuevo producto mostrara las mismas propiedades que la dietilamida del ácido nicotínico, sintetizada por los laboratorios Ciba en 1924. Esa primera síntesis quedó reflejada en su cuaderno de laboratorio con fecha de 16 de noviembre de 1938.

Hofmann sabía qué había sintetizado, conocía la composición y el procedimiento, pero no tenía ni idea de sus propiedades y efectos. Como es habitual, la nueva sustancia fue objeto de estudio para conocer sus posibles aplicaciones. El departamento farmacológico de Sandoz, dirigido por Ernst Rothlin, demostró ese mismo año (1938) su acción uterotónica, además de cierta agitación en los animales a los que se administró. Pero no parecía tener más características, no aportaba nada especial.

De acuerdo con la política de la compañía, la LSD tendría que haberse descartado y olvidado, y nunca debió haberse sintetizado de nuevo. Siguió trabajando en los alcaloides del ergot; pero, a pesar de todos los logros obtenidos en este campo durante los años siguientes, no se olvidó de la LSD-25.

Así, en abril de 1943 produjo una nueva muestra para su análisis, basándose sólo en una corazonada y en que le gustaba su estructura química. En algún momento del proceso Hofmann se sintió un poco raro, y esa alteración de su estado habitual de conciencia marcó el inicio de la historia de la LSD. Igual que había hecho en la primera ocasión, sintetizó sólo algunos centigramos; pero en la fase final, su trabajo se vio interrumpido por unas sensaciones desconocidas. Como buen científico —y buen suizo—, siempre trabajaba de forma muy ordenada y meticulosa; sin embargo, alguna traza de la sustancia debió entrar en su cuerpo de modo accidental y se vio afectado por un ‘extraño estado de consciencia’.

Ante la confusión mental y aprovechando que era viernes se fue a casa, pero cuando regresó a su condición psíquica habitual le extrañó lo ocurrido y se preguntó por la causa. Cualquier otro investigador habría pensado que se trató sólo de una indisposición o un trastorno orgánico pasajero, se habría marchado a descansar y al día siguiente habría continuado con su trabajo como si no hubiese pasado nada. Sin embargo, nuestro protagonista —que ya conocía los estados alterados de conciencia gracias a las experiencias místicas de su infancia— sospechó que el causante había sido algún factor ajeno a su organismo, sin poder intuir aún las propiedades psiquedélicas de la sustancia con la que estaba trabajando. No sabía qué ni cómo había sucedido, pero sí que se trataba de algo importante, y por eliminación sólo quedaba que el causante fuera el mismo producto sintetizado, que habría entrado en su organismo de alguna forma. Pero la cantidad absorbida debió ser ínfima por fuerza. Entonces, ¿cómo es posible que ejerciera unos efectos tan notables? Si la LSD no fuera tan potente —activa en dosis de microgramos— habría pasado desapercibida porque la cantidad absorbida por el cuerpo de Hofmann no habría producido efecto alguno. Si su potencia fuera similar, o sólo un poco mayor, a la de otras drogas similares, nunca habría sospechado su existencia y la humanidad probablemente nunca habría llegado a conocerla.

Por tanto, decidió autoadministrarse cierta cantidad del producto con el objetivo de comprobar sus efectos. Tomó una dosis que en ese momento consideró pequeña teniendo en cuenta la actividad de los alcaloides del ergot: 250 microgramos de tartrato de dietilamida del ácido lisérgico, que equivalen a 170 microgramos de LSD base. Fue el 19 de abril de 1943, conocido y celebrado desde entonces cada año como ‘el día de la bicicleta’ en todo el mundo. Reflejó en su cuaderno de laboratorio:
A continuación ofrezco las notas del experimento registradas en mi cuaderno de laboratorio el 19 de abril de 1943:
«19/IV/1943, 16.20 h: 0,5 c.c. de solución acuosa de tartrato de dietilamida por vía oral = 0,25 mg de tartrato. Disuelta en unos 10 c.c. de agua. No tiene sabor. 17.00 h: Comienzan los efectos. Ligero mareo, sensación de ansiedad, alucinaciones visuales, síntomas de parálisis, deseo de reír». (Añadido el 21/IV/1943: «Decido volver a casa en bicicleta. Los efectos más marcados tienen lugar de 18.00 a 20.00 h»).
Aquí finalizan las notas de mi cuaderno de laboratorio. Las últimas palabras pude escribirlas sólo con gran esfuerzo. Era ahora evidente para mí que la LSD había sido la causa de la experiencia del viernes anterior, ya que las percepciones alteradas eran del mismo tipo, sólo que mucho más intensas. Hablaba con dificultad. Le pedí a mi asistente, quien estaba informado del auto-experimento, que me acompañara a casa. Al volver en bicicleta (en tiempos de guerra sólo había coches para unos pocos privilegiados) mi estado comenzó a ser peligroso. Todo lo que había en mi campo de visión se movía y se distorsionaba como si se reflejara en un espejo curvo. También tuve la sensación de no poder moverme. Sin embargo, mi asistente me dijo después que habíamos viajado a una buena velocidad. Finalmente llegamos a casa sin problemas, y sólo fui capaz de decir a mi acompañante que llamara al médico y que pidiera leche a los vecinos. A pesar de mi estado delirante y alterado, podía pensar con claridad durante breves períodos; por ejemplo, pensé en la leche como antídoto no específico para las intoxicaciones.
La sensación de mareo era a veces tan fuerte que no podía mantenerme erguido y tuve que tumbarme en el sofá. Todo lo que me rodeaba se transformaba de modo aterrador. Todo me daba vueltas y los muebles tomaban formas grotescas y amenazantes. Estaban en continuo movimiento, animados, como si estuvieran impregnados de una inquietud incesante. Tuve dificultades para reconocer a la vecina que me trajo la leche (en el transcurso de la tarde bebí más de dos litros). Ya no era la señora R., sino una bruja malévola con una máscara de colores. Peor que estas demoníacas transformaciones del mundo exterior eran las alteraciones que percibí en mí mismo, en mi interior. Todo esfuerzo por poner fin a la desintegración del mundo exterior y a la disolución de mi ego parecía ser en vano. Un demonio había entrado en mí y había tomado posesión de mi cuerpo, mi mente y mi alma. Salté y grité para librarme de él, pero me derrumbé en el sofá, sin fuerzas. La sustancia con la que quería experimentar me había vencido. Era el mismo demonio quien, desdeñosamente, había triunfado sobre mi voluntad. Me invadió el temor de estar volviéndome loco. Estaba siendo transportado a otro mundo, otro lugar, otra época. Mi cuerpo parecía no tener sensaciones propias, sin vida, extraño para mí. ¿Me estaba muriendo? ¿Era esto la fase de transición hacia la muerte? A veces creí estar fuera de mi cuerpo y percibía con claridad, como un observador externo, la tragedia de mi situación. No me había despedido de mi familia (mi esposa había salido de viaje a Lucerna, con nuestros tres hijos, para ver a sus padres). ¿Podrían llegar a entender que yo no había experimentado de forma irresponsable, sino con la mayor de las precauciones, y que este resultado no era predecible de ningún modo? Se intensificaron mi miedo y mi desesperación, no sólo porque una joven familia iba a perder a su padre prematuramente, sino también porque pensaba que había quedado inacabado mi trabajo como investigador químico —que significaba mucho para mí— en medio de una investigación muy prometedora. Asimismo, surgía la reflexión, llena de ácida ironía, de que iba a dejar este mundo antes de tiempo por el efecto de la dietilamida del ácido lisérgico, que yo mismo había descubierto.
Cuando el médico llegó, ya había pasado la fase más aguda de la crisis. Mi asistente le informó del experimento porque yo no podía formular ni una frase coherente. Agitó su cabeza con incredulidad después de haberle referido mi estado supuestamente cercano a la muerte, ya que no pudo hallar ningún síntoma anormal, excepto las pupilas extremadamente dilatadas. El pulso, la presión arterial y la respiración eran normales. Por tanto, no me recetó nada. Me llevó a mi dormitorio y me observó mientras yo seguía tumbado en la cama. Lentamente, regresé de un mundo extraño a la realidad cotidiana. El miedo aminoró y dejó paso a un sentimiento de felicidad y gratitud; volvieron las percepciones y los pensamientos normales, y tuve la seguridad de que el peligro de volverme loco había pasado.
En ese momento comencé a disfrutar de los colores y las formas que veía con los ojos cerrados. Surgían fantásticas imágenes caleidoscópicas, muy variadas, abriéndose y cerrándose en círculos y espirales, explotando en forma de fuentes llenas de colores, recomponiéndose y mezclándose, todo en un flujo constante. Era especialmente curioso sentir cómo todas las percepciones acústicas —por ejemplo, el ruido del picaporte de una puerta o de un coche que pasaba cerca— se transformaban en percepciones ópticas. Todos los sonidos generaban una imagen cambiante, con su forma y color propios.
Más tarde, mi mujer volvió de su visita a Lucerna. Alguien le dijo por teléfono que yo había sufrido una misteriosa crisis. Dejó a los niños con los abuelos y volvió a casa. Yo ya me había recuperado lo suficiente para contarle lo sucedido. Las alteraciones sensoriales eran aún bastante marcadas. Todo parecía moverse y estaba distorsionado en lo relativo a sus proporciones. Además, veía todo con unos tonos cambiantes y desagradables, en los que predominaban el azul y un verde que me parecía tóxico. Al cerrar los ojos me asaltaban unas imágenes muy coloridas, plásticas y fantásticas. Era especialmente notable darse cuenta de cómo todas las percepciones acústicas, como por ejemplo el ruido de un automóvil, se transformaban en sensaciones ópticas, de forma que cada tono se convertía en una imagen con su color propio, que cambiaba de forma caleidoscópica.
Agotado, me dormí desde la una hasta las ocho de la mañana y desperté con la cabeza despejada, aunque algo cansado físicamente. Tenía una sensación de bienestar y de energías renovadas. El desayuno me supo delicioso y constituyó un extraordinario placer. Cuando salí al jardín, donde lucía el sol después de haber llovido, todo brillaba con una nueva luz. Parecía como si el mundo hubiese sido creado hacía poco tiempo. Mis sentidos vibraban en un estado de extrema sensibilidad que se prolongó todo el día.
Este auto-experimento demostró que la LSD-25 se comportaba como una sustancia psicoactiva con propiedades y potencia extraordinarias. Por lo que yo sabía, no existía otra sustancia que generara unos efectos psíquicos tan profundos con dosis tan bajas, ni que originara esos dramáticos cambios en la conciencia y la experiencia del mundo interior y exterior.
Basándome en este dramático experimento, podía afirmar que la dietilamida del ácido lisérgico es una de las sustancias más activas, si no la más activa, de las conocidas hasta el momento. Con sustancias tóxicas como la estricnina y la nicotina, sólo con dosis de algunos miligramos se pueden sufrir efectos tóxicos. De la mayoría de los venenos de serpiente más potentes se administran con propósitos terapéuticos dosis de 0,01 a 0,1 miligramos.

Al día siguiente Hofmann redactó el informe para Stoll y Rothlin, sus superiores, quienes enseguida le llamaron para preguntarle si estaba seguro de la dosis; tal vez había cometido un error al pesarla. Las dudas estaban totalmente justificadas porque en aquella época no se conocía ninguna sustancia que mostrara actividad con fracciones de miligramo. Además, los efectos habían sido notables, lo cual daba fe de su gran potencia. Rothlin repitió el autoensayo de Hofmann con la tercera parte de la dosis, e incluso así las alteraciones físicas fueron muy marcadas. Con ello se despejaron todas las dudas. La LSD era algo genuinamente nuevo en dos sentidos: en primer lugar, por su potencia inaudita; en segundo lugar, era el primer psiquedélico conocido que no existía en la naturaleza (el peyote y la amanita muscaria crecen de modo silvestre).

A continuación se realizaron más experimentos con voluntarios de los laboratorios Sandoz, que confirmaron los efectos de la LSD sobre la psique humana y demostraron que era la sustancia alucinógena más potente. La LSD era una sustancia creada por serendipia, una mezcla de azar y voluntad investigadora, igual que ha sucedido con tantos otros hallazgos científicos a lo largo de la historia. En contra de lo que a veces se ha dicho, no es cierto que fuera descubierta por casualidad, puesto que surgió en el transcurso de una investigación sistemática y había sido obtenida deliberadamente cinco años antes. No obstante, sí fue producto del azar que Hofmann decidiera volver a sintetizarla después de que el departamento farmacológico la hubiera descartado, y también que notara sus efectos involuntariamente, lo cual a su vez fue posible debido a un pequeño descuido y a su marcada acción incluso en dosis ínfimas. Sin todo ese cúmulo de circunstancias, la LSD habría caído en el olvido, lo mismo que sucede con miles de productos sintetizados cada año por la industria farmacéutica.


miércoles, 1 de abril de 2015

ENTREVISTA A JOSÉ CARLOS BOUSO





“Si pudiera, primero me independizaría de mí mismo para, seguidamente hacerme apátrida”


José Carlos Bouso

A principios de siglo llevabas a cabo una de las escasas investigaciones oficiales en psicoterapia –amparado por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y autorizado por la Agencia Española del Medicamento (AEM)– realizadas a nivel mundial con MDMA. Tu nombre empezó a sonar entre la comunidad drogófila nacional e internacional cuando en mayo de 2002 el diario El País informó que estabas investigando la eficacia del éxtasis en el tratamiento de Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). Sin embargo, aquella noticia provocó el inmediato cese de la investigación por orden de las pertinentes instancias políticas que previamente lo habían autorizado… ¿Te importaría rememorar aquellos hechos para nuestros lectores y decirnos qué repercusiones posteriores tuvieron en tu carrera?

Un placer estar con vosotros. Era inimaginable para mí hace 15 años pensar que compartiría espacio con personas a las que ya admiraba entonces y hoy tengo la suerte de poder decir que se encuentran entre mis amistades. Es muy emocionante esto y de ese viajazo que me pedís rememorar, el haber conocido gracias a mi osadía de entonces a personas como las que he conocido, incluyéndoos a vosotros, solo por eso mereció la pena.

No quiero ser rudo, pero ya es un tema muy alejado en el tiempo y creo que hoy día soy una persona diferente a la que era entonces. No quiero considerar aquello como algo crucial en mi vida, aunque lo fue. Primero aclarar que quien cerró el estudio fue la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Es la AEM quien autoriza estudios pero son las CCAA quienes los auditoría. Bueno, la noticia en El País salió en un momento de plena campaña anti-éxtasis en España porque estaban muy recientes las muertes de dos chavales en una macrodiscoteca en Málaga después de que tomaran MDMA. Me dijeron que la orden de cerrar el estudio vino de “muy arriba”, aunque no me llegaron a especificar cuánto de arriba. A veces aún fantaseo con esto. La cosa es que la noticia en El País generó una reacción de pánico en cadena entre los políticos de entonces que derivó en que, sin informe técnico mediante tras una auditoría, se cerrara el estudio. Para cerrar un estudio tienen que elaborar un informe técnico tras una insección y eso nunca se hizo. Simplemente se dio orden al por entonces gerente del Hospital en el que realizaba el estudio de pararlo. Así de fácil. Vulnerando todos los tratados nacionales e internacionales sobre Ensayos Clínicos. Algo insólito en la historia de la investigación a nivel mundial. Tan insólito como que nadie en la comunidad científica y académica vino en mi ayuda, incluyendo al rector de la UAM de entonces, a quien personalmente se la pedí. Pero la MDMA en 2002 era una droga impensable de reconocerle algo mínimamente positivo, seas paleta o rector de universidad. Recordar esto, ya te digo, es como si fueran los recuerdos de otra persona. El fin del estudio supuso la interrupción de mi tesis doctoral, en la que llevaba trabajando muchos años y en la que, como todo joven doctorando, había puesto muchas ilusiones y esfuerzos. No sé qué habría pasado de haber terminado ese estudio. En ese momento era muy joven (tenía 29 años), la Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies (MAPS) era económicamente muy generosa conmigo y era el único personaje a nivel mundial que tenía permisos para trabajar con MDMA en terapia. Creo que, de haberme dejado en paz, hoy viviría económicamente en una situación bastante más cómoda de la que vivo y laboralmente estaría bastante mejor posicionado de lo que estoy. Y ya habría publicado resultados de al menos 3 ó 4 estudios diferentes. Pero la realidad es la que es y me puso en un sitio un tanto cabrón, la verdad. Aún así reuní fuerzas suficientes para diseñar un nuevo estudio que, esta vez sí, muchos años después, me permitió ganar el título de doctor. Por cierto, a los de El País les pedí que no hicieran pública la noticia pero les dio igual. Cuando me cerraron el estudio, contacté al periodista que publicó la noticia para pedirle que publicara ahora que el estudio lo habían cerrado como consecuencia directa de la noticia. Pero esto no debió ser noticia, porque no lo publicaron. El día que estaba pensado publicar la noticia estalló en el cielo el Challenger y desplazó la noticia del estudio. Luego quedó relegada al ostracismo. Es tremendo cómo decisiones que toman algunos pueden afectar tanto a las vidas de otros. El sentimiento de indefensión es de los peores que se le puede infringir al ser humano. Por eso decidí trabajar en su día con MDMA y por eso con mujeres víctimas de agresiones sexuales donde además de la indefensión, se une la culpa. Tema aparte el de la culpa. La MDMA es la medicina contra los sentimientos de indefensión y de culpa incausada. La MDMA empodera a la persona de lo mejor de uno mismo y hace que uno solo quede atento hacia los que vienen con muestras de afecto. La experiencia con MDMA es un regalo para el alma. Cada vez está más cerca el momento de que la MDMA sea un fármaco de prescripción médica. Ya hay numerosos estudios en marcha, autorizados por diferentes países del mundo, en los que se están realizando estudios con MDMA para tratar el trastorno de Estrés Postraumático. Incluso ya se está pensando en su nombre farmacéutico. MAPS pidió este verano a diferentes investigadores que propusieran nombres. Se propusieron muchos. No sé cuál saldrá elegido. Mi propuesta fue “kolloischina”, un nombre bastante feo e impopular, por cierto, en honor a Anton Köllisch, que fue quien sintetizó la MDMA en 1912 y a quien pocos le han reconocido el haber descubierto lo que para mí es un de las grandes medicinas de la humanidad. Sigue resultándome bastante irreal esto de que me cerraran un estudio por motivos políticos, no siendo nadie además en aquel entonces, solo un entusiasta doctorando, como todos los doctorandos, por otra parte, y ver hoy día que gobiernos “duros” como el de los EEUU o el israelí autorizan estudios para que sus soldados sean tratados con MDMA cuando vienen de hacer la guerra. Uno nunca deja de flipar con la realidad. ¿Y aún hay algún político que piensa que las drogas producen efectos secundarios psicológicos? ¿Qué puede haber más peligroso para nuestro cerebro que la realidad ordinaria que ellos nos construyen? Por mucho que miro a mi alrededor y veo el surrealismo en el que estamos inmersos, en serio, no consigo encontrarlo. Cualquier estado alterado inducido por drogas es mucho más coherente que la realidad que nos construye cotidianamente el legislador y el político medio. Y aún así nos mantenemos más o menos cuerdos. El cerebro es portentosamente resistente a los daños potenciales de la realidad. Después de muchos años dedicado a investigar otras sustancias ha llegado el momento de volver a la MDMA. Estoy escribiendo un protocolo, que no sé si me autorizarán (de hecho si quiero que lo hagan no debería contarlo, jajaja) para tratar con MDMA el dolor metastásico. La MDMA tiene un potencial analgésico tremendo que nunca se ha investigado y ya toca. Y unas potencialidades terapéuticas únicas para personas que se tienen que enfrentar con un diagnóstico de muerte. Confío en que esta vez nos dejen hacer. Me siento tan ilusionado como cuando era veinteañero por volver a trabajar con MDMA. Y esta vez lo quiero hacer por puro hobby. Lo que tenía que cumplir académicamente ya lo he hecho y de manera dignamente meritoria. Y me gusta jugar en el sistema, aunque a veces pierda, jeje. Bueno, dije que no iba a hablar del tema y menuda chapa, algo debe doler entonces aún, jajaja. Por cierto, entre mi méritos, que comparados con los de un científico medio son bastante pocos, todo hay que decirlo, se encuentra el haber salido en el informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de 2003, en donde este órgano policial internacional pone en su punto de mira la investigación terapéutica con MDMA. ¿De verdad estamos cuerdos? Con esto cierro ya este capítulo del pasado.

Hemos hablado de hace ya muchos años, hablemos de ahora mismo. Durante el 2013 has participado de alguna manera en el proceso de legalización de la marihuana en Uruguay. Hablaste con su ministro del Interior y has descubierto un país curioso. Cuéntanos…

Uf, gracias por traerme al presente… jajajaja… En abril de 2013 fui invitado, de rebote (un amigo/colega al que invitaron no pudo ir y me propuso como sustituto), a participar en unas Jornadas sobre Políticas de Drogas y Cannabis en la Universidad de Quilme, cerca de Buenos Aires. Tras un periplo de 36 horas de aeropuertos y aviones (estaba en California asistiendo a un congreso de MAPS y me confundí de día con los vuelos) llegué por los pelos a mi charla. Compartí mesa de debate con la Dra. Raquel Peyraube, asesora del gobierno uruguayo en el proceso de legalización del cannabis y la cara visible, técnica, ética y mediática de la campaña pro-legalización. Fue una mesa increíble, donde se complementó mi perspectiva científica con su visión ética respecto a las políticas de drogas. Tras la charla, me propuso hacernos socios y yo acepté. Así que en plena campaña sobre la legalización de la marihuana en Uruguay me invitó, vía la asociación Regulación Responsable, que es una plataforma uruguaya que lucha por las libertades civiles, a dar una serie de charlas sobre cannabis medicinal. Podría haber propuesto a infinidad de científicos que saben mucho más que yo sobre el tema, pero mi interés por conocer la realidad uruguaya hizo que, en un acto egoísta, aceptara la invitación. Ahora dedico mi actividad profesional a la Fundación ICEERS (www.iceers.org) una institución joven y entusiasta en la que parece que por fin he encontrado mi sitio. Para potenciar la actividad de ICEERS propuse que se invitara a venir conmigo a Benjamin De Loenen, su Director Ejecutivo. Así que nos fuimos para allá. Llegamos en un momento en el que ya se habían implementado debates institucionales y mediáticos en los ámbitos de legislación y salud pública, pero apenas se había potenciado la parte medicinal. Nos embarcamos en un maratón en el que impartí diversas charlas en hospitales, juntas departamentales de drogas e instituciones médicas. Junto con Raquel, acudimos a numerosas emisoras de radio y televisiones y me entrevistaron diversos periódicos. Con Ben tratamos de inocular el virus de la ibogaína también. Fue justo la semana antes de que se debatiera en el congreso la propuesta de ley que, como ya sabemos, finalmente fue aprobada. Sigo pensando que mi papel fue marginal allí aunque la realidad arroja que tras ese periplo científico-mediático con Raquel, en las encuestas de opinión la población uruguaya pasó de apoyar el uso medicinal del cannabis en un treinta y tantos por ciento a más del setenta, por encima del apoyo al cannabis recreativo, que sigue sin tener mayoría de aceptación entre la opinión pública uruguaya. El trabajo de Regulación Responsable y de Raquel Peyraube, entre otros agentes sociales y políticos, solo lo sabemos los que les conocemos. El día que se debatió en el congreso la propuesta de ley todo el equipo de ICEERS lo seguimos por Internet en directo desde Barcelona e incluso se interactuó vía tweeter con algunos de los diputados que estaban en contra. Es fascinante cómo desde miles de kilómetros, en directo, se podían tener discusiones ultrabreves más o menos airadas con los diferentes congresistas, jajaja. Por supuesto para no hacer cambiar de opinión a nadie en sus presupuestos, ni nosotros a ellos, ni ellos a nosotros. Durante los días de estancia allí decidimos montar una delegación de ICEERS en Uruguay. Raquel Peyraube es ahora la Directora Clínica de ICEERS y ICEERS pretende desarrollar allí algunos proyectos de investigación, uno de ellos relacionado con cannabis medicinal. Meses después, fuimos a presentar este proyecto ante determinadas autoridades uruguayas, entre ellas el propio ministro del Interior, entre otras autoridades. Fue casi como defender otra vez una tesis doctoral. Ojalá el sueño lúcido uruguayo expanda sus visiones al resto del mundo.


Benjamin De Loenen

Uruguay es un país fascinante. Su presidente, José Mújica, estuvo muchos años preso pendiente de ser asesinado. Llegó a estar confinado, durante dos años, en un pozo donde apenas tenía contacto con el exterior y donde recibía la comida como si fuera un animal. Siendo hoy día presidente, no vive en el palacio presidencial. Vive de cultivar flores en su chacra, a las afueras de Montevideo, que vende en los mercados locales y el 80% de su sueldo lo dona a ONGs locales. Hace poco dio un discurso en la sede de Naciones Unidas donde explicaba que la riqueza de un país no es su economía, sino la felicidad de sus ciudadanos y que la política debería tener como objetivo la felicidad del pueblo por encima de las oligarquías económicas. Los bares, al menos en Montevideo, cierran cuando se va el último cliente, no cuando la normativa lo decide. Hay bastante cocaína, pero uno solo la prueba si quiere. La marihuana que fuman es espantosa, es un prensado, una masa informe, que viene de Paraguay y es infumable. En Punta del Este puedes ver desde la misma playa la puesta y la salida del sol en el mar. Las ballenas acuden allí a menudo. La gente es afable, cordial, moderada y respetuosa, difícilmente encuentras a alguien que no tenga una conversación interesante y, choque cultural, no entiende que uno tome una cañita de cerveza con el aperitivo si luego va a beber vino en la comida. La violencia callejera es mínima. Fue el primer país del mundo, por el que tiene aún un juicio pendiente con Phillip Morris, en prohibir fumar en los espacios públicos. Uno de los pocos países de Sudamérica, sino el único, que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo y el aborto, y esto también fue Mújica. Claro, la autoridad moral que tiene este presidente es algo extrañísimo dentro de la clase política, esa subespecie que está consiguiendo aniquilar poco a poco a sus congéneres, como hicieron en su día los cromañones con los neandertales. La vida cultural de Uruguay es fascinante. La oferta artística es sublime e inabarcable. Casi cada tarde puedes unirte a una comitiva de Candombé, el ritmo que recorre las calles del barrio viejo animado por los descendientes negros de los esclavos de antaño, cuya tradición se mantiene muy viva. Allí cada tarde es una rave. Empiezo a pensar que tengo un lugar más del que formo parte, junto con Madrid, Málaga y Catalunya. Me alucina que Uruguay, habiendo sido el primer (y único por el momento) país que ha legalizado la marihuana, este hecho haya tenido tan poca repercusión mediática y que incluso el modelo uruguayo haya sido criticado por activistas de otros países (sobre todo el nuestro, cómo no) que están muy lejos de llegar a donde Uruguay ha llegado. Pero no quiero volver al juego de las paradojas con el que continuamente nos obsequia la realidad, jajaja.

Has mencionado ICEERS, donde según dices has encontrado tu sitio. Tenemos entendido que en dicho centro te ocupas de coordinar proyectos de investigación… ¿Te importaría explicarnos qué es y a qué se dedica exactamente el International Center of Ethnobotanical Education, Research & Services?

ICEERS es una Fundación reconocida como de interés público en Holanda con sedes en Barcelona y Montevideo. La fundó Ben De Loenen creo que en 2009 y yo me incorporé formalmente en 2012. Antes había estado trabajando como voluntario. Es una Fundación joven, formada por gente joven (no hablo por mí, claro:) y con mucho entusiasmo. Está centrada en tratar de establecer puentes entre el conocimiento etnobotánico tradicional y la medicina y terapias modernas. Su carácter es internacional. Ahora mismo tenemos proyectos en España y en Uruguay. Pero no es una Fundación científica. Tiene 3 patas principales: Ciencia, Educación y Servicios. El Departamento de Educación elabora contenidos visuales como documentales, filmación de conferencias, etc. De hecho, Ben fundó ICEERS después del éxito obtenido por su imprescindible documental Ibogaine, Rite of passage, que se puede ver en YouTube. También está el área de Servicios, donde estamos creando un Help Center de asesoramiento virtual (por ejemplo por Skype) para personas que van a tomar algún material etnobotánico y quieren información, o personas que necesitan integrar alguna experiencia. También hay un Departamento Clínico, dirigido por la Dra. Peyraube, que tiene interconexión con el resto de Departamentos. En realidad no hay separación real entre Departamentos pues están bastante interconectados. Acabamos de montar un nuevo Departamento: Leyes, Políticas Públicas y Derechos Humanos, pues no nos olvidamos del contexto socio-político en el que se encuentran enmarcadas estas plantas y sus prácticas asociadas. No recibimos dinero público, solo de donantes particulares y filántropos. Así que aunque contado así esto parece una megaorganización, en realidad, no lo es. Hay mucho trabajo voluntarioso, poco dinero y, como digo, mucho entusiasmo. En realidad somos un grupo de amigos que nos hemos encontrado en un lugar (ICEERS) desde el que queremos impulsar cambios globales en diversas direcciones. Poco a poco nos vamos profesionalizando. Ahora estamos preparando para los días 25-27 de septiembre una conferencia mundial sobre ayahuasca en… ¡¡Ibiza!! Será en el palacio de Congresos. Estamos invitando a los mayores expertos mundiales en el tema. Será una conferencia interdisciplinar y transcultural (con representación indígena) en la que no faltarán las expresiones artísticas. Estamos poniendo mucho esfuerzo e ilusión en este proyecto con el que esperamos que se produzca en ICEERS un punto de inflexión. Pensamos que hay mucha dispersión en el mundo de la ayahuasca y puede ser ahora un buen momento para juntar a los mejores expertos, reflexionar dónde está la situación y hacia dónde se dirige. Pronto haremos público los detalles de la conferencia, estamos ultimando la página web. Mientras, si alguien está interesado en conocer más acerca de ICEERS puede consultar nuestra web:www.iceers.org


Página de ICEERS

Acabas de referirte a la ayahuasca… ¿Podríamos considerar a ese mejunje psicoactivo como no-droga?

Bueno, para mí todo lo que toca el cerebro sirviéndose de un mensajero químico es una droga. La palabra “droga” me gusta. Se refiere a algo que transforma químicamente la realidad, sea ésta física o mental, que en realidad son la misma cosa. Una realidad químicamente alterada no es necesariamente “mala”, ni “patológica”, lo cual no quiere decir que sea inocua. La prueba de que nuestro cerebro es robusto es cómo soporta la realidad. Generalmente puede soportar perfectamente la experiencia drogada y esto se evidencia cuando uno vuelve a la realidad, sea con la droga que sea con la que aquélla se ha alterado. Cuando uno se va a dormir cada noche se acuesta algunas veces con la certeza de que quizás no despierte. Y, mientras, uno se ve instalado en un mundo onírico, tan real como la realidad ordinaria. Efectivamente ha desaparecido. Pero en un momento del tiempo uno se despierta y se da cuenta de que ha estado soñando, aunque no recuerde con precisión el contenido de sus sueños. Es fascinante este fenómeno de que, aunque se rompan las fronteras del ser, el individuo permanece. Vuelve. Renovado o no, pero, generalmente, vuelve. Pero todo puede ser un sistema autopoiético, que, cuando deja de retroalimentarse de energía, simplemente muera y desaparezca. Sin más. Quién sabe. La ayahuasca es una droga, como lo es el peyote o la iboga. Lo que pasa es que no todas las drogas son iguales. Esto es obvio. Cada droga tiene su singularidad. La DMT de la ayahuasca actúa sobre nuestros receptores 5-HT2. Hay drogas que actúan sobre los mecanismos de recompensa (psicoestimulantes principalmente), drogas que actúan sobre los mecanismos del placer (opiáceos) y drogas que actúan sobre mecanismos cerebrales que tienen que ver con la comprensión que la persona singular tiene acerca del mundo. Esto es lo que creo que hace la ayahuasca, se la considere una droga o una no-droga. La ayahuasca activa áreas frontales, la sede de las funciones cognitivas humanas. También áreas relacionadas con la memoria. Y estructuras corticales relacionadas con la conciencia del cuerpo. Y las imágenes que uno puede recrear bajo sus efectos activa las mismas áreas cerebrales que cuando uno observa una imagen físicamente presente. Esto, en términos fenomenológicos, quiere decir que la ayahuasca le transporta a uno a territorios tan reales como los que dibuja la realidad misma. ¿Por qué no, en vez de prohibir ambas realidades, que en definitiva son la misma, no dejamos en paz a la gente para que quién quiera explore libremente las realidades que quiera? La realidad “ordinaria” generalmente es controlable, la realidad de la ayahuasca genialmente también. La ayahuasca es una droga un poco dura, de alguna manera primitiva. Y a la vez es fascinante la aceptación y proliferación que está teniendo en occidente precisamente, como decís, como “no-droga”. En los estudios que hemos hecho en colaboración con el Dr. Jordi Riba, del Grupo de Neuropsicofarmacología Humana Experimental, del IIB-Sant Pau, no parece que su consumo continuado se corresponda a largo plazo con problemas de salud mental. Ahora tenemos un estudio de seguimiento de personas que se inician por primera vez en el uso de ayahuasca, a las cuales seguiremos durante tres años, para investigar precisamente este interrogante que aún sigue abierto respecto a sus riesgos psiquiátricos.

¿Nos puedes decir qué criterios seguisteis Beatriz Caiuby Labate y tú a la hora de recopilar los diferentes textos que conforman el libro Ayahuasca y salud(2013), publicado por La Liebre de Marzo?


Cubierta del libro Ayahuasca y salud

El libro Ayahuasca y salud fue una acción político-científica secundaria a una decisión política. El Consejo Nacional de Drogas (CONAD) de Brasil constituyó un comité de expertos para evaluar los usos de la ayahuasca. En ese comité había sobre todo líderes religiosos y la ayahuasca terminó siendo aceptada legalmente por el gobierno brasileño exclusivamente para usos religiosos. Solo permiten el uso terapéutico en el contexto de investigación, y creo que solo hay un estudio de este tipo en marcha actualmente en todo Brasil. El libro Ayahuasca y salud surgió como reacción a esa decisión del CONAD. El libro persigue una utopía: el diálogo interdisciplinar. Bia es antropóloga y yo psicólogo. Tenemos una cosa en común: los dos nos hemos movido siempre por territorios limítrofes a las disciplinas en las que nos licenciamos (ella ahora trabaja en una universidad mexicana temas de políticas de drogas y yo terminé obteniendo un doctorado en farmacología) y en nuestras respectivas carreras nunca nos hemos sometido excesivamente a la disciplina académica, yendo siempre bastante por libre y construyendo nuestras respectivas carreras a nuestra medida, con todo lo bueno y malo a la vez que ello supone. Pero a la vez somos esclavos de nuestras disciplinas: La confección de este libro casi nos cuesta nuestra amistad. La interdisciplinariedad es muchas veces más una fantasía casi lujuriosa que una realidad. Cuando realicé la última revisión del libro en galeradas, mucho tiempo después de haberlo entregado a la editorial, por lo que tenía la distancia suficiente para poder evaluarlo más objetivamente, fue cuando me di cuenta del fabuloso trabajo que habíamos hecho y de que el conflicto permanente que se nos había instalado había merecido la pena (en la Introducción, que conseguimos firmar a medias, no sin sus correspondiente peleas, hablamos de los e-mail virotes que volaron durante el proceso de elaboración del libro; los virotes son los dardos mágicos que se lanzan los curanderos peruanos entre ellos para producirse mal mutuamente). Creo que solo una flexibilidad disciplinaria y un respeto mutuo de fondo nos permitió terminar con éxito el libro. A los autores los seleccionó Bia, de hecho, al principio yo iba a ser un autor más simplemente. A medida que íbamos haciéndonos amigos, ella me iba enviando capítulos que iba recibiendo de otros autores para saber mi opinión y poco a poco me fui involucrando en el proceso del libro hasta que decidimos firmar su organización a medias. El proceso de selección de autores fue suyo y entre los dos discutíamos, vía email, los textos y sugeríamos cambios, también qué textos merecían quedarse y salir. Como digo, fue un proceso que, debido a nuestras visiones diferentes, solo se salvó la interdisciplinariedad sacrificando transitoriamente nuestra amistad. Casi cualquier ayahuasquero, en la occidentalización del brebaje, lo primero que te dirá de la ayahuasca es que es una medicina. Dejando de lado esta occidentalización, el libro pretende entender este fenómeno desde todas las perspectivas: la indígena, la religiosa y la biomédica. Tratamos de hacer cumplir ese sueño imposible del que se habla en el prólogo, o en la solapa, no recuerdo, de juntar en una mesa redonda a chamanes, líderes religiosos, bioquímicos, psicólogos, vegetalistas, farmacólogos, etc. Obviamente, esto solo se puede hacer en forma de libro, y no sin numerosas dificultades. En el mundo real nadie respetaría el punto de vista del otro y la mesa redonda terminaría siendo destruida y utilizadas sus astillas como fuente de armamento arrojadizo. Nunca he escuchado a un ayahuasquero hablar bien de un colega ayahuasquero. Y basta que se junten dos en una misma sesión para que empiecen a volar los virotes. Tampoco he escuchado nunca a un ayahuasquero hablar bien de la ciencia. Y cuando he escuchado a muchos científicos hablar de la ayahuasca es porque anteponen el mundo mágico a su disciplina, por lo que en realidad hacen de ayahuasqueros, no de científicos. Y a la vez hay científicos que explican el fenómeno desde las leyes naturales. Esto es una ensalada de ideas. El diálogo en el mundo ayahusquero no existe. Y es que el mundo de la ayahuasca no es nuestra democracia por sufragio universal. Hay como cédulas de propiedad con respecto a él que conviven en paisajes infinitos. El mundo de la ayahausca es un mundo de guerreros. Se parece mucho al mundo de la Universidad: son escuelas de poder y conocimiento, entrelazadas como lo está la liana de la Banisteriopsis. Con la diferencia de que en la Universidad raramente los académicos se matan (aunque a veces lo deseen) y en el mundo ayahuasquero parece que sí. Por eso Ayahuasca y salud es más que un libro: es el único diálogo interdisciplinar sobre ayahuasca que a día de hoy ha sido posible desarrollar. Y su realización no ha sido inocua, ha dejado secuelas. También conocimiento. También esperamos que haya aportado conocimiento al lector, que esa es la razón por la que, después de todo, uno se involucra en este tipo de proyectos.

Que la JIFE te pusiera en su punto de mira no ha impedido que tus informes sean valorados por el Ministerio del Interior uruguayo… Pero, además, si no estamos mal informados, un gobierno “duro” como el de Israel también se ha puesto en contacto contigo para que le asesores sobre la posibilidad de tratar con éxtasis a veteranos del ejército israelí aquejados de TEPT…

Bueno, lo de la JIFE no fue nada personal (ver http://goo.gl/RniuSK, puntos 171 y 172), creo que habrían advertido igual entonces independientemente de quién hubiera iniciado un estudio así. Y hacía años que se venía jugando con esa posibilidad. El poder colaborar con el gobierno uruguayo es solo gracias a Raquel Peyraube, su asesora técnica en materia cannábica. Tampoco me lo tomo como algo personal. Y a Israel fui 3 ó 4 veces porque, dependiendo de las fechas, o bien era el único que tenía un estudio en marcha de ese tipo, o bien lo había tenido, pero en cualquiera de los casos fue por mediación de MAPS, para quien yo trabajaba entonces o había trabajado en el pasado. Las experiencias israelíes fueron inolvidables. Incluyendo los controles en los aeropuertos, pero eso es otro tema. Una de ellas fue recién iniciada la segunda intifada. MAPS convocó para ir en esa ocasión a Israel a unos cuantos expertos, pero solo fuimos unos pocos. Viajar a Israel entonces asustaba. No me considero una persona especialmente valiente, pero Israel me encanta y siempre estaré dispuesto a ir allí solo por volver a ver en Jerusalén la luz que refleja el sol sobre la cúpula de la roca al atardecer. En su día me conocía los callejones de la ciudad antigua de Jerusalén tan bien como me conozco las calles de Madrid, Barcelona o Málaga. Jerusalén no ha cambiado nada en los últimos dos mil años. O esa impresión me ha dado cada una de las veces que he ido. Está lleno de predicadores excéntricos, por centrarme solo en el paisanaje. Una vez vino un rabino al hotel a dar un sermón tras repartir un brebaje verde que supuse contenía efedra y que por supuesto me resistí a probar. Preferí ir a la rave que se celebraba en los sótanos del Ministerio del Interior. Jerusalén es extrema en todo. Se celebraba una especie de carnaval judío en el que todo vale porque una semana antes cercan toda posibilidad de paso a los palestinos que viven al otro lado de la muralla. Conocí a gente muy interesante, sobre todo gente joven. Anarko-psiconautas, objetores de conciencia y activistas judíos que llevaban a los extranjeros a visitar la muralla que, como toda muralla, en un intento de compensación de la exclusión, estaba decorada con bellos y estremecedores símbolos antimilitaristas/pacifistas. Y en las explanadas, junto a los asentamientos, se podía ver a los antaño orgullosos beduinos vagar como exiliados con sus camellos por tierras que todos se disputan pero que nunca serán suyas, a pesar de ser sus habitantes naturales. La vez de la intifada muchos civiles iban armados por las calles. Otra vez, en Semana Santa, puedes ver a los cristianos ungirse aceite previamente impregnado en la piedra del sepulcro o recorrer la Vía Dolorosa cargando cruces de madera a sus espaldas. Jerusalén es un gran manicomio que acoge los más disparatados delirios religiosos. En mis viajes por allí llevaba de lectura las autobiografías de Amos Oz o de Dylan (vol. 1) y una novela que solo he releído allí: La danza de los siete velos, de Tom Robbins. Excepto la primera vez que fui, eran tiempos felices, luego solía ir, ya eran otros tiempos, unos días antes de que llegara la peña para poder perderme solo y sin compromisos por los laberintos de la ciudad y pasarme las horas sentado en el muro de las lamentaciones viendo circular al personal y paseando por la explanada de las mezquitas. Allí conocí a unos psicólogos muy amables que me ilustraron, luego leí su imprescindible libro A critique of nicotine addiction, acerca de algunas cosas interesantes sobre la adicción a drogas, como que la nicotina no es una sustancia adictiva. También a los líderes del movimiento cannábico e ibogaínico y hasta llegamos a estar muy cerca del fallecido Ariel Sharon, a cuyo hijo luego vi, sin entender, dar un discurso en el Parlamento. Se trata de una sociedad tribal. Y, por contestar a tu pregunta (vaya chapa, edita lo que consideres insustancial, que me parece que lo es todo, jajaja) no te creas que se consideran mis informes siempre. En uno de estos viajes nos reunimos 4 ó 5 expertos de MAPS (ver foto en http://goo.gl/pQURrr) con responsables del Ministerio de Sanidad y de la Agencia Antidroga israelí. Hicimos exposiciones sobre los usos terapéuticos de la MDMA donde yo conté mi experiencia concreta de mi estudio. Al terminar la comparecencia y de manera informal, algunas autoridades antidroga me explicaron el problema que tenían con los jóvenes que volvían de hacer el servicio militar. Si no recuerdo mal, es de 5 años para los hombres y de 3 para las mujeres y luego, hasta los 40, se va durante un mes al año. O eso creo recordar, ya digo. Muchos de estos jóvenes, cuando se licencian, viajan a lugares exóticos ricos en accesibilidad a drogas: Sudamérica, Goa, Asia. En mis viajes por el Sudeste asiático los he visto, a ellos solos y a ellas en parejas, viajar sin pronunciarse abiertamente sobre su nacionalidad. He visto caras de sorpresa en viajeros/as reservados/as cuando les he dicho que me encanta Israel. Imagínate la paranoia en la que vive la pobre gente que va por ahí ocultando su nacionalidad a otros viajeros. Así que, y este era el problema por el que me preguntaban las autoridades, cuando vuelven, muchos son carne de cañón de la cultura rave. Concretamente, me contaban preocupados estos técnicos antidroga que se celebraban fiestas en el Mar Muerto que se poblaban de jóvenes, lo cual consideraban un problema y preguntaban por soluciones. He de decir que en esas fechas yo era también bastante joven, aunque hoy día daría la misma respuesta: si de verdad les preocupan estos jóvenes, primera opción, paren el conflicto (esto no se lo dije, claro, solo lo pensé). Segunda opción (esto sí lo dije): protéjanles. Ya han estado bastante tiempo expuestos al peligro y al miedo. Necesitan salir de ese espacio vital tan constreñido y el irse de rave y tomar MDMA se lo ofrece. Es transitorio por lo que atraviesan, y determinante también en sus vidas cómo lo resuelvan. No en un plano político, sino personal. Lo peor que se les puede hacer a personas que han estado expuestas a situaciones permanentes de violencia en territorio ajeno es volver a exponerlas a ese tipo de situaciones en casa. No digo que les faciliten drogas tipo MDMA o LSD, pero sí, dentro de un contexto de reducción de riesgos (ese parche que ponen las politicas de drogas, no para solucionar problemas, sino para tratar de que las heridas no sangren) permitan que se creen contextos en los que estas personas no se sientan amenazadas justo ahora por su propia gente, por su policía o por su ejército. Permitan que haya servicios de análisis, carpas para atender experiencias difíciles, no limiten los equipos de sonido y de luces y, sobre todo, déjenles en paz. Que se autoorganicen. En la fiesta es donde, desde tiempos inmemoriales, la comunidad se junta para, bailando y drogándose, festejar, sentir que forma parte de algo grandioso y sanarse. La MDMA es el perfecto catalizador para este tipo de procesos en contextos modernos ya que lo impregna todo de Amor. Obviamente, tras las caras de sorpresa, no hubo más preguntas. Cambiaron de tema y de interlocutor. Decía que esto no tiene implicaciones políticas, pero las tiene. Sin dudar en absoluto de las buenas intenciones de los responsables en políticas de drogas, claro, una sociedad que prefiere el Amor al conflicto no ayuda a mantener la seguridad fronteriza de un país. Y esto es una constante transnacional secundaria a la perennidad paranoica de la clase política y de sus técnicos-siervos a sueldo. Echo de menos volver a Israel. Ya hay un estudio allí en marcha. En una de las ocasiones MAPS trató de juntar a psiquiatras israelís y palestinos para crear equipos conjuntos que llevaran estudios con MDMA. Aún no se ha conseguido. Me sigue gustando pensar que detrás de todos estos estudios lo que subyace en quienes los conducen es su esfuerzo personal por tratar de traer algo de paz al mundo. La comunidad de terapeutas de la MDMA, y de quienes les apoyan, es maravillosa. Por terminar con Israel, también es la cuna de la música trance y de allí provienen las primeras redes de narcotráfico que trajeron la MDMA a Ibiza.

De Uruguay e Israel a Barcelona… ¿Cómo contempla un madrileño como tú, residente barcelonés ahora, las aspiraciones soberanistas catalanas?

Soy partidario de la creación de nuevos estados si vienen acompañados de la disolución de las fronteras. Los territorios no perenecen a nadie. La soberanía colectiva de los pueblos ya no existe. Es cosa del pasado, de cuando vivíamos en la tribu. Cualquier intento de volver a ella es más un ejercicio de nostalgia que una realidad. Personalmente, si pudiera, primero me independizaría de mí mismo para, seguidamente, hacerme apátrida. Una bandera es el símbolo más destructivo que ha inventado el género humano y la patria su concreción más abominable. Son estos residuos que arrastramos como especie de que la identidad se construye a través del grupo. Estéticamente, en cuanto a banderas, la catalana y la española, con esos dos colores chillones, que por separado tienen su gracia pero juntos no hay dios que los combine, son especialmente feas. No hablemos de sus gobernantes actuales, aliados estratégicos desde siempre, unidos por la iglesia y la oligarquía social. Y que dios nos libre de sus izquierdas. Sus policías han demostrado causar lesiones impunemente a la ciudadanía, por no hablar de los asesinatos y hablo de los últimos tiempos, ya no de antaño. Los centros de negocios son comunes y transnacionales y solo benefician a las familias políticas, no a la ciudadanía. Y en tiempos de crisis son a los bancos a quiénes han venido siempre a salvar el culo, nunca al contribuyente. La corrupción política es endémica en cada uno de sus estratos. La clase política parece estar autoorganizada para aniquilar al ciudadano. Barcelona y Madrid son ciudades en las que ya casi todo está prohibido. Nos están expulsando de los espacios públicos, que nos pertenecen por derecho propio, y para ello non asfixian con sus multas y su violencia estructural. Ni en las épocas más oscuras hemos asistido a la escena alucinógena de ver a un líder elegido por el pueblo acudir al parlamento en helicóptero porque hay una protesta social pacífica en la calle. Y ni en esas épocas oscuras hemos sido detenidos por ir adonde se reúnen nuestros representantes a decirles que por favor ya está bien. Ocurría, pero había dictadura. He visto en años recientes a la policía ejercer una violencia nada enviadiable con la que ejercía en tiempos predemocráticos. Lo triste es que estamos aceptando la violencia de estado como algo, sino normal, sí habitual. Mira, tengo muchas opiniones formadas a la vez sobre el proceso soberanista, te puedo dar cualquiera de ellas y, dependiendo con quien esté defiendo una u otra. Pero eso no tiene interés porque lo que me rebela de toda esta contaminación mental es que no haya un solo proyecto de futuro sobre la mesa. ¿Cómo sería el código penal? ¿Y las leyes de seguridad ciudadana? ¿Se va a limpiar a la policía o se seguirá utilizando como instrumento de imposición del miedo en vez de lo que debería de ser, un servicio a la ciudadanía? ¿Van a juzgar a los corruptos? ¿Va a haber una democracia directa, que ya sabemos que gracias a las nuevas tecnologías es posible, o vamos a tener que seguir haciendo que nos creemos el juego? ¿Cómo se van a distribuir los impuestos y para qué? En ciencia, ¿el dinero para proyectos de investigación se seguirá quedando en manos de los que apoyan el discurso ideológico del poder? Me asusta el estado feudal en el que se puede convertir Catalunya en caso de que se constituya como país independiente, vista la clase política que tenemos y leyendo a sus líderes de opinión. Por no hablar de la pregunta con la que se quiere iniciar toda esta movida. Unos conocimientos básicos en estadística bastan para darse cuenta de la tomadura de pelo a la que esta panda de iluminados irresponsables nos quiere someter. Hay algo muy en común a todos los territorios del estado español, y esto es lo que les caracteriza como identidad propia: la ineptitud de todos y cada uno de sus gobernantes. Y encima hacen leyes para que la respuesta al cuestionamiento del ejercicio del poder sea el castigo. Se aprovechan de que la ciudadanía ha llegado a un nivel de desarrollo ético que nunca ejercerá la violencia, por muy jodida que esté. Y esto es lo triste, que en pocos años hemos avanzado en conciencia ética una barbaridad y que estos bárbaros que están en el poder se aprovechan de ello. Es repugnante. Votaré sí a la independencia solo para contribuir a que deje de ser el tema central de conversación en cada reunión de amigos. Afortunadamente trabajo en un Fundación que tiene carácter internacional y no se nutre de dinero público, sino de donaciones personales. Mi felicidad es inversamente proporcional a mi dependencia al estado, a la patria, a sus gobernantes y a sus sacrosantas banderas.


JC Bouso entrevistado por una imaginaria TV el dia del referendum de Rasquera

¿Qué es para ti la “libertad”?

Uf, primero me hacéis preguntas de analista político y ahora de filósofo. La tentación tanto de la pregunta anterior como de esta ha sido no contestar. A la vez creo que si las hacéis es porque os interesa lo que pueda decir, y aunque creo que en estas dos preguntas no tengo nada que decir que le pueda interesar a alguien, al final las voy contestando porque me las hacéis y pienso que os interesan a vosotros No sé, allá voy. A por algo que ha llenado innumerables páginas de los pensadores más brillantes que ha dado la especie y la verdad, creo que me viene grande. Preguntáis “qué es para ti”, bien, para mí…

Dylan cantaba “¿están libres los pájaros de las cadenas de los caminos del cielo?” [Are birds free from the chains of the skyway?] (la traducción más habitual creo que es “Nadie es libre, hasta los pájaros están encadenados al cielo”).

Me cuesta imaginar un concepto tan abstracto como es “libertad” como una categoría singular. Solo puedo entenderlo si lo relaciono con otros conceptos abstractos como el de respeto, compasión y responsabilidad, por nombrar los primeros que me vienen a la cabeza. Son conceptos para mí imposibles de comprender como entelequias aisladas. Nuestro cerebro es como es porque ha sido configurado filogenéticamente siempre en relación con los demás. Junto con algunas especies de ballenas y de delfines, nuestra sofisticada complejidad cerebral la ha configurado nuestra compleja sofisticación social. Luego es imposible entenderlos en la singularidad. Jack London describe la experiencia de libertad de un confinado en una camisa de fuerza en El vagabundo de las estrellas, y, a la vez, nuestra sociedad moderna está plagada de esclavos. Las neurociencias modernas nos enseñan que uno no toma decisiones activas, simplemente descarta alternativas y se queda con una, la menos mala en principio. Los márgenes de libertad están confinados en la arquitectura de cada cerebro singular. Así que no creo en la “libertad”, ni en la “compasión”, ni en la “responsabilidad”, ni en el “respeto” como conceptos abstractos alcanzables por cualquier individuo al margen de los contextos sociales, por muy bella que sea la novela de Jack London. En la que, en el fondo, sus ansias de libertad son una reacción, no a su confinación, sino a los que le confinan en la camisa de fuerza.

Por eso no creo en la libertad pero sí en los contextos que permitan que la gente se sienta libre. Y esos contextos solo pueden emerger si permiten emerger a su vez las experiencias asociadas con la libertad. Esto es, respeto, compasión y responsabilidad, entre otras, supongo. No parece que sea este el mundo en el que vivimos. Y la búsqueda de este tipo de contextos por parte del individuo singular conlleva sus amarguras. En un plano personal, noto como mi carácter pone límites al concepto abstracto de libertad. Y en el plano social, veo cómo se ponen habitualmente límites a mi libertad singular. Y uno convive con ello como puede y esta es parte importante del ejercicio de vivir, supongo.

Uno procura hacer el menor daño posible, y a cambio espera cierta reciprocidad. Sabiendo que, ni una cosa ni otra, siempre es posible. Y carga con las consecuencias de ambos fenómenos. Y otras veces, cuando ocurre la reciprocidad, uno se siente feliz (¡¡¡Y no me preguntéis qué es la felicidad, por favor!!!).

Con relación a los pueblos, la libertad deja de tener sentido fuera de la tribu. Por eso en las sociedades plurales predomina la falta de libertad. Y ahora hablo de la libertad en abstracto como concepto singular. La libertad cerrada, o singular, obedece a un sistema cerrado. Esta es la libertad de las tribus. O más bien la de las sectas y la de muchas religiones. El sistema cerrado de libertad es el de felicidad máxima, pero a la vez el síntoma definitivo de extinción. Por eso la base de la comunicación entre tribus es el intercambio genético y el comercio. Y las tribus que no practican ambas cosas tienden a la desaparición por mucho que se atrincheren. O precisamente por eso. Y si escapan, es porque comienza el mestizaje a florecer. Así que, para terminar, después de no haber dicho nada, opino que la libertad, con sus constructos asociados, no son abstracciones cognitivas, sino valores. Podemos dirigir nuestros sistemas sociales hacia valores como el respeto, la compasión y la responsabilidad y crear contextos libres. O podemos hacer lo contrario. No es una cuestión moral, una cosa no es mejor que la otra. Pero creo que valores como libertad, responsabilidad, respeto y compasión nos hacen más felices que los valores contrarios. Por supuesto, para que estos valores se den es requisito imprescindible que en nuestro contexto social no se fomente el miedo. El miedo es lo que hace que se prefieran los valores segundos a los primeros, porque uno prefiere no ser libre, ni responsable, ni compasivo, ni respetuoso antes que experimentar del mundo exterior miedo. Así que los ciudadanos que aspiren a vivir en países libres deben extirpar el miedo de sus sistemas de gobierno. Entonces serán libres. La soberanía de un país no es la que ofrece la independencia territorial. Ese país libre más bien lo configuran aquellos que no tienen miedo. Estos no tienen ni bandera, ni Estado, ni Patria. Son libres. Su territorio es el mundo.

Pero claro (lo siento, creía que terminaba pero siempre surge algo más), el miedo surge de la experiencia del dolor. Está comprobado que alguien se recupera psicológicamente antes y mejor de una experiencia traumática si esta ha venido motivada por un fenómeno natural más que por otro congénere. El daño que inflige un congénere siempre es más demoledor. No lo olvidemos, somos animales sociales. Nos asusta más la imagen de una persona en posición de atacarnos que la de un león o cualquier otro depredador. El hombre es un lobo para el hombre, ¿no? Mientras la política, los medios de comunicación y la economía basen sus actuaciones en el cultivo del miedo, no habrá sociedades libres. Quizás es que los que mandan tienen mucho miedo y lo que hacen es tratar de protegerse de nosotros, como si nosotros fuéramos los causantes de sus miedos. No lo sé. Por responder a vuestra pregunta y terminar ya con este dichoso delirio, supongo que la libertad se reduce a querer y a que te quieran. No necesariamente en el plano sentimental. No sé, en el familiar, en el laboral, entre las amistades, en situaciones socialmente incómodas, qué se yo… En el/los plano/s que para uno sea/n importante/s. Si uno quiere y le quieren, le abordan sentimientos de libertad. Y la ejerce eligiendo de, entre todas las opciones que se le ocurren, la que de alguna manera se dice a sí mismo que es la menos mala. Por mucho que en una situación de falta de respeto, compasión y responsabilidad parezca muy disfuncional. Y si uno se equivoca es porque, para bien o para mal, la libertad no es un concepto cerrado. Porque está abierto es por lo que es susceptible al cambio. A veces solo hace falta que los valores que vomita el sistema sean los adecuados.

Buah, vaya chapa chavales, con lo poco que hablo yo. ¡¡Joder!!


itaka party

Antes has comentado que has visto caras de sorpresa en viajeros/as reservados/as cuando les has dicho que te encanta Israel. Además de caras de sorpresa, más de uno/a torcerá el gesto cuando sepa de tu afición por las corridas de toros…

Jajajaja, bueno, no sabía que sabíais esto, jajaja. ¡Qué bueno! Tengo la suerte de que, por trabajar en lo que trabajo y a pesar de ser una persona súper normal, muchos me consideran un excéntrico, a veces me puedo permitir el tener gustos, digamos, excéntricos también dentro de determinados círculos, que se me toleran más que si los tuviera otro, jajaja. Tampoco soy un aficionado a ultranza. Me crié en un pueblo, Colmenar Viejo, de afición taurina desmesurada. Allí, cuando yo crecí, desde pequeñitos los niños íbamos a los toros con nuestros padres. Yo iba poco porque tenía otras aficiones pero mi padre era amigo de ganaderos de toros bravos y de niño salí alguna vez en alguna tienta a torear vaquillas siguiendo las instrucciones de toreros que estaban al otro extemo del capote. Y he llegado a estar, de niño también, tan cerca de un toro bravo en el campo como lo estoy ahora del ordenador desde el que escribo. Los toros en el campo son fieras salvajes, pero confiados si estás con quiénes les dan de comer cada día. Y siempre he tenido amigos taurinos con los que me gustaba ir a los toros y de los que aprendía a entender la cosa. No soy un gran experto. He leído las obras taurinas de Hemingway y ojeado algunos tomos del Cossío, pero tampoco soy un gran aficionado. Cuando llegué a Barcelona, solía ir a al menos una tarde, con mi amigo El Luva, a La Monumental en la feria de verano hasta que los que prohíben las cosas prohibieron los toros. Reconozco que es un acto de barbarie y tampoco me parece mal que no haya. No sé, es una de esas cosas contradictorias a las que uno se enfrenta de vez en cuando: en lo racional no molan pero tienen algo que a uno le subyuga. En la plaza de Colmenar murió “El Yiyo” cuando yo era niño y fue una conmoción comunitaria, años después de “Paquirri” con quien, junto con “El Soro”, compartió cartel en Pozoblanco. El “cartel maldito” se llegó a llamar. “Paquirri” y “El Yiyo” murieron en la plaza y “El Soro” sufrió una cornada que le dejó paralítico de por vida. La Monumental estaba repleta de entendidos auténticos, no solo de guiris. Las tardes de toros allí serán para mi inolvidables. No voy a entrar a defender las corridas de toros, cuando tengo oportunidad de ir voy y si no hay o no puedo, pues no voy. La última vez lo pasé muy bien viendo en Colmenar Viejo corridas para jóvenes promesas, niños de 14 y 16 años delante novillos nada desdeñables en cuanto a letalidad. No sé, también soy aficionado a los castellers y me estremezco igual cuando veo a la enxaneta (generalmente son niñas) llegar a todo lo alto y alzar el brazo. Ya sé que no es lo mismo y tal y cual y pascual, que la fiesta de los toros lleva años en decadencia, que ver a José Tomás es más un ejercicio de sufrimiento que de disfrute, que estremece el lamento del toro cuando lo castigan y todo eso, pero a la vez, una buena faena, uf, es una forma de expresión máxima de arte, porque es belleza y es absurdo a la vez. No voy a entrar a filosofar sobre ello. Ya he filosofado sobre la libertad y especulado sobre el soberanismo catalán. Los toros es algo mucho más serio. Más concreto. Remueve muchas más cosas y elude el análisis. En un mundo en el que el artista trata de desplazar la belleza para imponer sádicamente su narcisismo, más que nunca es cuando se aprecia la objetividad del toreo. Donde la belleza no tiene concesiones. Y a la vez, lo sé, pobres toros. Es una barbarie.

Bueno, dejemos los toros (risas). ¿Cuándo te entró el gusanillo por la farmacia utópica?

Bien, otra vez una pregunta que me sé… jajajaja… Antes aclaremos, para los más jovencitos sobre todo, que “farmacia utópica” fue un término que aparecía en el título de un exquisito libro del filósofo Enrique Ocaña, el primer filósofo gitano, si no estoy mal informado, titulado El Dioniso moderno o la farmacia utópica, publicado por Anagrama hace ya al menos unos 20 años. Yo estaba recién licenciado y buscaba un tema de tesis para mi doctorado y como ya había leído y experimentado con algunas drogas (no muchas) y tenía claro que sobre esa temática discurriría mi futuro profesional, conseguí una beca para un curso de verano en Dénia (ese paraíso perdido) organizado por Escohotado que llevaba por título, precisamente: “Drogas, cultura de masas y farmacia utópica”. Allí tomaron la alternativa, de la mano del maestro Escohotado, los hoy también maestros Usó y Ocaña, las dos figuras revelación de entonces. Fue una mañana, lo recuerdo perfectamente. De hecho, les vi salir del baño, qué extraño, a los tres y descojonándose, antes de salir al ruedo. Menudos pillastres, pensé. Usó hizo su presentación a la vieja usanza, guiándose con unas tarjetas con notas. También estaban Ott y Shulgin. Fue la charla de Shulgin (traducida sobre la marcha por Ott) la que hizo que volviera a Madrid con la idea obsesiva de leer todo lo que estuviera escrito sobre la MDMA, y así hice y así luego inicié mi tesis doctoral en esa dirección. Era tan tímido entonces (lo sigo siendo hoy) que me pasé los 5 días del curso sin hablar con nadie, jajaja. Así que alucino que Usó, ese jovencito que exponía la tesis de su Drogas y cultura de masas ante una audiencia ávida de saber cosas, sea ahora uno de los que me entreviste. Y que el otro sea el tipo que hace una revista que fue una especie de faro para los que hace años empezábamos a interesarnos por ciertos temas y en la que ahora hasta publica lo que le mando. El devenir vital es muy raro e incognoscible. Y, en lo que respecta a estas dos persons, tan maravilloso… La farmacia utópica se ha hecho hoy realidad. Gracias a la prohibición tenemos drogas inimaginables. Aunque habrían aparecido igual sin la prohibición, con la diferencia de que los problemas derivados de su uso serían anecdóticos.


Leire, Usó, Laia y Bouso en una itaka party

Por responder a la pregunta, creo que la farmacia utópica va congénitamente inscrita en mi ADN. Estando en el colegio, sin saber lo que era el costo, y mucho menos la marihuana, ya quería probarlo, solo por haberlo escuchado de oídas. Me hacéis esta pregunta ahora y pienso, joder, qué había ahí, en aquel entonces, flotando en el ambiente, para que esas palabras carentes para mi de sentido experiencial, tuvieran tanto atractivo atávico, tanto, que mi carrera profesional se ha fundamentado en ello. Y lo hice estando en sexto o en séptimo, unas hojas secas verdes que un compañero del cole me aseguró era marihuana y las fumamos juntos. Pero mi interés por las drogas siempre fue más intelectual que experiencial. Lo cual no quita para que, a día de hoy, haya probado varias decenas de drogas diferentes pertenecientes a familias farmacológicas diversas, aunque solo abuse del alcohol y del tabaco. Y tampoco frivolizo sobre ellas, como tantos de nuestra generación, yo estoy ahí en el límite, los que vinieron detrás afortunadamente raramente ya lo vieron, lo de tener amigos muertos por sobredosis de heroína. La putada de la heroína es que llega de repente una partida buena y si uno no tiene cuidado se lo lleva por delante. Los responsables de las políticas de drogas en España son responsables a su vez de un genocidio en gran escala. España batió récords de muertes por sobredosis y de infectados de sida. Se tardaron 20 años en implantar programas de intercambio de jeringuillas. En las cárceles, delincuentes transitorios por edad, caían como moscas. Gente muy joven murió prematuramente por unas políticas ineficaces que provenían de políticos y de técnicos ineptos. Los médicos de entonces, cuya misión era ayudar a personas jóvenes a atravesar momentos difíciles de su vida para que tuvieran un futuro esperanzador, se vieron de repente acompañando a esos jóvenes en el proceso de muerte. Eso es terrible. Esa es la verdadera historia negra de España. Los responsables deberían sentarse un día en el banquillo de los acusados. Las políticas de drogas invirtieron el orden natural, como lo invierten las guerras, según el cual son los hijos los que entierran a sus padres y no al revés. Y esto no se ha juzgado nunca. Hablamos de cientos de miles, de las cifras más altas de Europa. Bueno, me voy del tema. La farmacia utópica me ha interesado siempre porque siempre me ha interesado la esquizofrenia, por eso me especialicé en psicología clínica. La esquizofrenia es una enfermedad que tiene que ver con la relación del individuo con la realidad, y la experiencia con drogas también. Qué ocurre para que a unas personas un estado alterado endógenamente les produzcan experiencias infernales y a otros un estado exógenamente (con setas, por ejemplo) les produzcan experiencias místicas, esa es la pregunta. La esquizofrenia es una enfermedad exclusiva del homo sapiens, no se conoce en otras especies, está relacionada con el lenguaje porque el lenguaje organiza la realidad e, independientemente de si obedece a represiones sociales y demás explicaciones postmodernas provenientes de los que no se enteran de nada, la esquizofrenia produce sufrimiento a quien la padece. Es curioso que lo único que respeta la esquizofrenia es si uno vive en la ciudad o en el campo, para los demás indicadores es democrática. Esto es ya una primera lección a aprender. Después de años y años leyendo y reflexionando sobre el tema no llego a ninguna conclusión. Solo tengo ideas. Ideas de perogrullo, por cierto, pero ideas. La idea de que todo es genética y ambiente. Que sobre la genética es difícil operar, al menos a día de hoy, y, aunque se pudiera, solo debería ser deseable en determinados casos. Bueno, no sé, es un tema complicado para el que no tengo respuestas. Pero a la vez, resulta más barato y funcional operar sobre el ambiente. Lo sabemos ya, la cosa es que los organismos solo son viables en un ecosistema al que poder adaptarse. La medicina moderna se ha centrado en el organismo y al ambiente se lo trata marginalmente. La selección natural sigue operando, nunca cesa su actividad. Porque siempre busca combinaciones genéticas para que algunas se puedan adaptar a los ecosistemas circundantes y así seguir con la vida. Como seres sociales, nuestra obligación debería ser construir ecosistemas en los que los genotipos puedan expresarse saludablemente. Eso es democracia, y no solo la supremacía de la mayoría. La democracia biológica debería ser la construcción, por parte de las mayorías, de ecosistemas en las que las minorías puedan adaptarse, desarrollarse y ser felices. Es la diferencia entre crear guetos y crear comunidades abiertas. La farmacia utópica le muestra a uno que esa realidad es posible.


Conferenciando en Spannabis BCN

De la Universidad Autónoma de Madrid pasaste a investigar en el Departamento de Neuropsicofarmacología Humana Experimental del Instituto de Investigaciones Biomédicas del Hospital Sant Pau y, de ahí, a l’Institut Hospital del Mar d’Investigacions Mèdiques (IMIM)… De todas las sustancias psicoactivas con las que has trabajado, ¿cuál es la que a tu juicio ofrece un mayor potencial terapéutico?

En realidad, en la Autónoma solo hice investigación terapéutica con MDMA. Las otras sustancias que he investigado han sido en estudios farmacológicos, de efectos subjetivos, o bien de efectos neuropsicológicos y psicológicos a largo plazo, esto es, si les quedan secuelas de algún tipo a los consumidores habituales. Cada sustancia tiene su potencial. La Salvia divinorum rompe dramáticamente con la conciencia ordinaria por lo que a muchas personas les cuesta traer algo positivo de la sesión, quizás opera más en un plano ontológico. Algo que encontramos en las personas que participaron en nuestro estudio fue que la realidad se les plegaba transformándose en un plano bidimensional material. Quedaban identificadas con la cama en la que estaban tumbados, o en el sofá en el que estaban sentados, o se transformaban en un hoja de papel… Todo experiencias de “materialidad” bidimensional. Esto es raro porque las experiencias de identificación con alucinógenos suelen ser con animales o plantas, nunca con objetos. Y en cualquier caso transdimensionales. Pero es que la Salvia divinorum va por mecanismos de acción diferentes a los que van los alucinógenos clásicos como psilocibina o LSD. También la forma occidental de usarla, fumando extractos concentrados, es muy diferente a la forma tradicional mazateca. Como paréntesis, contar la anécdota de que, cuando Albert Hofmann y Robert Gordon Wasson llevaron hojas de la planta a la Universidad de Harvard, allí le pusieron el nombre de Salvia divinorum. En una entrevista que le hizo Grof a Hofmann, este cuenta cómo el nombre correcto en latín debería haber sido Salvia divinatorum. Hofmann achaca el error al pobre conocimiento del latín por parte de los que le pusieron el nombre botánico significando “salvia de los fantasmas”, cuando el que Hofmann abogaba como correcto significaría “salvia de los sacerdotes” (http://goo.gl/Nn3dTp). Cerrando paréntesis, también la ayahuasca, en menor medida, es más dada a lo autobiográfico, pero se sigue quedando en un plano ontológico. La experiencia es muy real con ayahuasca e induce un efecto somático que quizás es la clave de su concepción como “medicina”. Es una sustancia (no sé cómo llamarla, la verdad, para no ofender, porque para unos es una medicina, para otros un sacramento, etc.; como farmacólogo, me quedo con “sustancia” aunque peque de etnocentrismo). Es una sustancia, digo, muy posesiva. Su uso, a las dosis adecuadas, requiere disciplina y trabajo interior. Aunque entiendo que si aceptas sus condiciones puedas avanzar mucho en cierto “camino”, cualquiera que este sea, yo solo la tomo muy de vez en cuando para experimentar sus misterios, corriendo los riesgos que se corren cuando la intención que hay detrás es un fin tan pueril. De momento sigo cuerdo. El 2-CB tiene un componente analítico del que carecen otros alucinógenos. Esto es lo que a muchos les hace entender que la experiencia con 2C-B es muy “fría”. Es como tener un bisturí para diseccionar la realidad. Mezclada con MDMA es más recreativa. El 2C-B creo que es muy interesante como terapia psicosomática. A dosis altas uno siente energías eléctricas recorriendo su cuerpo y deteniéndose en zonas en las que uno puede considerar que se establecen bloqueos psicosomáticos. Una manipulación corporal en esas zonas “bloqueadas” creo que puede ser bastante terapéutico. La marihuana, obviamente, sus propiedades médicas son hoy día ya incontestables. Y, luego, claro, está la MDMA. He tenido poca capacidad de freno en las respuestas a las preguntas anteriores y empiezo a pensar que, o abrevio, o nadie va a leer nada. Lo cual casi prefiero (risas). Podría explayarme tanto sobre la MDMA… Tengo un librito comprometido sobre el tema con una pequeña editorial mallorquina que espero poder cumplir algún día. Solo necesito algo de tiempo. La MDMA contiene dentro de su molécula la psicoterapia moderna, tal y como la conocemos desde Freud, con todas sus variaciones sobre el mismo tema. Hace años que la lucha entre diferentes modelos de psicoterapia ha quedado solo para los ideólogos que no ven más allá de lo que hacen ellos, que siempre, por supuesto, es lo mejor. Hace años que la investigación en psicoterapia dejó de interesarse por si tal técnica o tal escuela es mejor o peor, más o menos eficaz. Esto ya solo queda entre las guerras que los gurús siguen queriendo mantener entre ellos, obviamente, con fines comerciales, lo cual me parece muy legítimo, por cierto. Otra cosa es que no pueda desenmascararse. La investigación moderna en psicoterapia, al menos cuando me dediqué bastante a ello, ahora ya me interesan otras cosas, contemplaba como motores de cambio terapéutico dos procesos: la capacidad para comprender las cosas que le pasan a la vez cognitiva y emocionalmente, lo que se conoce como “insight”, y el poder comunicarlo. Lo primero requiere cierta capacidad de introspección y a lo segundo se le llama “alianza terapéutica”. Pero la mirada hacia adentro, en personas que sufren, acarrea tanto dolor a veces, que es imposible de realizar. Y sin mirar hacia adentro no hay nada que comunicar al terapeuta. A la vez, para poder comunicarte con tu terapeuta tienes que tener confianza plena en él y tienes que sentir que los dos trabajáis por el mismo objetivo: el tuyo, que es le único válido como paciente, o cliente o como se quiera llamar hoy día. Hay muchos terapeutas que tienen muy claro lo que te pasa y, o entras por el aro, o estás perdido. Bueno, o te vas de la consulta, que es la alternativa digna. La MDMA lleva dentro de sí misma la fórmula mágica para que la gente pueda mirar adentro de uno sin miedo. Lo decía en otra respuesta: el miedo es paralizante. Es la emoción más destructiva de todas. La que le hace a uno quedarse encallado donde está sin ver posibilidad de salida. Por eso es el arma más eficaz y por eso quienes lo utilizan son unos cobardes. No quien lo padece, sino quien lo ejerce. Es mezquino. El miedo, traducido en jerga psicológica por ansiedad, está en la base de todos los problemas psicológicos. La MDMA es el mejor antídoto contra el miedo. Estudios modernos han encontrado que las personas bajo los efectos de la MDMA reaccionan antes las expresiones faciales amenazantes como si fueran neutras, y tienen tendencia a responder más positivamente antes expresiones faciales de felicidad que bajo los efectos del placebo. Neurobiológicamente, la MDMA desactiva la amígdala, una estructura cerebral hiperactivada en situaciones de ansiedad y activa áreas frontales, responsables del control subjetivo de la nave. Imaginad qué herramienta tenemos que les permite a las personas tomar el control de sus emociones y que todo sea fácil. Entonces la MDMA les permite adentrarse en sus interiores, porque no hay miedo, tener esos insights que, al no tener miedo, se le pueden narrar al terapeuta. La MDMA lleva encapsulada en su molécula química las bases de la psicoterapia moderna. Ya es solo cuestión de tiempo que se empiece a utilizar en la psicoterapia ordinaria. A la vez, y ya lo escribí en la revistaUlises de hace un par de años o así, la psicoterapia moderna me parece un parche postmoderno. El encuentro terapéutico es artificioso. Es insólito que en toda la historia de la especie la curación venga dada por un encuentro entre dos desconocidos en los que lo que se intercambia es tiempo por dinero. Y no estoy en contra del dinero, ni mucho menos. El poder de la MDMA, y de la ayahuasca y de todas estas sustancias es su consumo en grupo. Por eso son tan populares los rituales grupales con ayahuasca y las raves. En el grupo es donde uno se siente parte de la comunidad y donde el mundo social valida la experiencia del individuo. En el fondo mucha gente hoy día cuando se relaciona “bien” socialmente es cuando está “colocada”. Es tan radical la ruptura que hay entre el trabajo y el ocio, o más bien entre las relaciones sociales que se dan en el trabajo y en el ocio, que nos colocamos más que nunca. Supongo que la soledad tiene algo que ver en todo esto, tanto si es buscada como si no lo es. Es curioso cómo en las estadísticas del Plan Nacional sobre Drogas (PNSD) se ve cómo, a medida que la población va cumpliendo edad, van disminuyendo los consumos de drogas ilegales pro empiezan a despuntar los consumos de benzodiacepinas. Esto es un indicador my interesante de cómo es nuestra sociedad. El consumo de benzos se incrementa cada año también en población de entre 14 y 18 años. Algo estamos haciendo muy mal los adultos, es evidente. Por último, me gustaría hablar de la LSD, pero no he trabajado formalmente con ella. He tomado, obviamente, tampoco muchas veces, pero es una droga que hoy día también se está recuperando en la investigación clínica. Hay al menos un estudio recién terminado sobre su potencial utilidad en enfermos terminales, para ayudarles a enfrentar su final de una manera menos ansiosa y depresiva. También con psilocibina hay varios estudios, en este sentido, hoy día en marcha.


Con Eduardo Hidalgo y Demian a la guitarra

Según tu experiencia, ¿qué tiene más importancia, el terapeuta o las técnicas empleadas?

Como os decía en la respuesta anterior, hoy día la investigación en psicoterapia ha descartado que unas técnicas sean más eficaces que otras, aunque dependiendo de los problemas a resolver algunas se han mostrado marginalmente más efectivas. El terapeuta tampoco parece ser importante en exceso. Hay todo un cúmulo de investigación en ese sentido donde se ha investigado si la personalidad del terapeuta, o la del paciente, son claves a la hora del resultado y toda esta investigación ha llevado a un callejón sin salida. Sí parece claro que terapeutas y pacientes deben tener cierta actitud concreta para que se produzca el cambio, pero nada más. Un famoso estudio de Lambert, analizando los diferentes factores que influyen en el cambio terapéutico, concluyó que las técnicas concretas solo influyen un 15% en el cambio terapéutico. Más sorprendente fue encontrar que otro 15% se debe al efecto placebo, un 30% a “factores comunes”, esto es, a la relación terapéutica y… ¡un 40% al cambio extraterapéutico!, esto es, ¡lo que más aporta al cambio no tiene nada que ver con la psicoterapia! Esto no es nuevo, ya un clásico, Eysenck, en los años 50, postuló que la gente cambia igual sin psicoterapia que con ella e incluso el bueno de Tim Leary llegó a estas mismas conclusiones cuando era un psicólogo reputado, también en los años 50, lo cual le hizo entrar en crisis con la profesión y desarrolló por ello un tipo de psicoterapia, llamada interpersonal, para la cual hasta construyó un test de personalidad que, por cierto, ¡le pasaron a él mismo luego cuando estaba en la cárcel! Volviendo al tema, aún queda algo de esperanza. Hoy se da por hecho que la gente cambia más rápidamente si acude a psicoterapia que si se deja el cambio al simple paso del tiempo, pero no depende del terapeuta, ni de la técnica, ni del paciente, el cambio, sino de lo que ocurre en la relación terapeuta-paciente. Lo que en la respuesta anterior llamaba “alianza terapéutica”: el trabajo conjunto de paciente y terapeuta por conseguir un objetivo común y consensuado por ambos. Hoy la investigación en psicoterapia, al menos la interesante, no se ocupa tanto de investigar la eficacia de unas técnicas sobre otras, lo que se conoce por “investigación de resultados”; sino lo que ocurre en el curso de la terapia, o “investigación de procesos”. Hay un libro muy interesante en el que se recogen los sistemas de curación, desde un punto de vista transcultural, que el lector interesado en esto puede leer aquí: http://goo.gl/nRC3iB. Es un tema muy complejo, la bibliografía es casi inabarcable, pero, en definitiva, el cambio lo da la relación terapéutica, más que el terapeuta y sus técnicas por un lado y el paciente por otro, así, conceptualizados por separado. Como todo en la vida. Es una muestra más de nuestra naturaleza social y de cómo el cambio terapéutico debe ser validado desde fuera para que tenga consistencia. Por eso creo que les haría a las personas más felices el que se potencien las redes comunitarias que la consulta privada. En cualquier caso, hace años que no me dedico a la clínica por lo que no estoy actualizado en estos temas y desconozco en qué está ahora la profesión.

Eres autor del libro Qué son las drogas de síntesis. El éxtasis (MDMA) y otras drogas sintéticas (Barcelona, RBA, 2003), también has participado en la autoría colectiva de una serie de prontuarios sobre drogas publicados por Amargord Ediciones y te has encargado de la edición de Psilocibes(Barcelona, Ultrarradio, 2013), otro libro polifónico que muchos creíamos necesario… ¿Qué balance podrías hacer de tu obra literaria?


Qué son las drogas de síntesis


LSD

Bueno, no considero mi “obra literaria” gran cosa. En el libro de Ayahuasca y salud solo he hecho de co-editor y tengo un capítulo y la intro, co-autorizados ambos. El libro dePsilocibes fue cuestión de convencer a unos y a otros, a los mejores, para que escribieran ese libro. Un libro magnífico, por otra parte, polifónico como decís y hecho con mucha ilusión. Lo mismo que los libros de Amargord: edité unos cuantos pero la calidad reside en los autores, yo tengo alguna cosa escrita en ellos pero nada reseñable comparado con lo que han hecho en esa colección Fernnado Caudevilla (autor de MDMA) o Eduardo Hidalgo con sus irrepetibles libros, sobre todo Heroína. También conseguí editar el libro Análogos de la ayahuasca, de Ott, que me trajo algún disgusto pero mereció la pena verlo en su edición en castellano. En la siguiente época de Amargord yo ya no estaba y han seguido saliendo títulos buenísimos. Fue una época prolífica en la que se juntó lo mejorcito de cada casa. Aparte de libros organizábamos tertulias y charlas en el Club Psiconáutico y de ahí salió un grupito de amigos excepcional. La divulgación me ha gustado siempre mucho y con los colegas siempre hemos tratado de hacerle llegar al público información que generalmente se encuentra dispersa y sesgada. En ese sentido es en lo que creo que, mientras hemos podido, lo hemos hecho bastante bien. Para mí es una tortura escribir. Mola cuando formas parte de un equipo. Lo mejor que he escrito ha sido en colaboración con los colegas con los que he publicado en la literatura científica especializada. Un mundo aparte del que yo estoy en la última división, no respecto al nivel de las publicaciones, sino de su frecuencia. En el campo en el que trabajamos es además bastante desesperante. Son estudios muy largos en los que, desde que tienes la idea de lo que quieres hacer hasta que se publican los resultados pueden pasar años. Acompañados de penurias de diversos tipos si encima haces investigación independiente y no perteneces formalmente a una institución potente. Pero cuando uno por fin ve aceptado para su publicación el artículo hay un subidón de felicidad que le hace enfrascarse en otra aventura de esas imposibles y así vuelta a empezar. Luego nos comparan con la producción científica de gente que trabaja con estudiantes como voluntarios o con animales de laboratorio y claro, nos vamos al último escalafón. Pero como las marcas nunca me han importado, lo poco que voy publicando lo considero gratificante e importante dentro del subcampo en el que trabajo. Como siempre me he metido en campos raros, en los que hay poca investigación previa, para mí seguir en esta especie de brecha sigue siendo lo suficientemente motivante como para no desfallecer. Ahora que la continuidad de mi trabajo depende además del dinero de particulares y filántropos que donan a ICEERS y no de administraciones ni centros públicos, la brecha es más vertiginosa aún. Por responder a vuestra pregunta, lo que considero mejor valorado de mi “obra literaria” es la que ha nacido de haber hecho estudios empíricos. La que al público general no le llega, vaya. He llegado a pagar de mi precario bolsillo el precio de hacer públicos algunos de los artículos científicos que he publicado para que pueda acceder a ellos quien quiera sin necesidad de pertenecer a la comunidad científica. Me rio de las quejas por los derechos de autor de escritores y artistas. Un científico deja de tener derechos sobre su obra en el momento en el que le publican un artículo, no recibiendo nada a cambio e incluso teniendo que pagar (una pasta, por cierto) si quiere que su trabajo sea público y conservar los derechos. Por supuesto uno paga cuando le han aceptado el artículo, lo digo por los malpensados. Los que trabajan para la industria no tienen problemas, porque lo paga la industria. Los que trabajan para organismos públicos generalmente tampoco, pues en los proyectos de investigación siempre se destinan partidas para publicación. Los que vamos de independientes por la vida lo tenemos más crudo. A cambio nadie nos impone lo que tenemos que investigar y solo dejamos de hacerlo cuando no hay dinero. De momento ahí estamos.


Presentación en Málaga del libro psilocibes

En una ocasión y bajo la sombra de unos olivos, nos hablaste a un grupo de amigos sobre las neuronas espejo. Posiblemente haya lectores que conozcan ese fenómeno, pero aún así ¿puedes sintetizar la idea?

Ramachandran, uno de los neurólogos más famosos de hoy día, decía que el descubrimiento de las neuronas espejo es tan importante como el descubrimiento del ADN. Se descubrieron, como tantos descubrimientos trascendentes, por casualidad. Un grupo de científicos italianos estaba estudiando las bases neuronales de las funciones motoras (encargadas del movimiento y de su planificación) en primates implantando electrodos en su corteza cerebral conectados a aparatos de electroencefalografía. Entonces vieron en la electroencefalografía (EEG) activaciones en esas áreas mientras un mono observaba a otro mono hacer algo, no recuerdo si coger una manzana o algo similar. La cosa es que en su corteza cerebral se activaban ondas sin que estuviera haciendo nada, sólo mirando, algo insólito. Cualquier investigador simplemente habría descartado este dato como un artefacto extraño y habría empezado de nuevo. Estos investigadores, sin embargo, se preguntaron qué había pasado, revisaron al animal y se dieron cuenta de que no habían colocado bien los electrodos, estaban algo separados de las áreas motoras que intentaban investigar. Se podrían, de nuevo, haber quedado ahí y olvidarse del error, pero, por el contrario, se preguntaron por qué se habían activado esas áreas cerebrales si el mono solo estaba “observando”. El mono “observaba” a otro animal mientras este “hacía” algo. Repitieron el experimento colocando los electrodos en las mismas áreas en las que las habían colocado antes, hicieron los experimentos de poner a monos a “observar” a otros monos y registrar su actividad cerebral y, ¡tachán!, descubrieron un grupo de neuronas que respondían exclusivamente a las intenciones de otros congéneres, no a sus acciones. Cuando los monos que hacían cosas, las cosas que hacían no tenían una intención manifiesta detrás (eran rutinas sin más), no se registraba activación cerebral en los monos que “observaban”, pero si las acciones escondían una intención (agarrar un objeto, por ejemplo), entonces se activaba ese grupo de neuronas que, por ello, se denominaron “neuronas espejo”. Para poder entender las decisiones de otras personas tenemos que “leer” su mente. La evolución había construido especies sociales que evolucionaban no por imitación, sino por comprensión. Alteraciones en la “teoría de la mente” están en la base de trastornos como el autismo o la esquizofrenia. Porque son la base de la empatía, de conocer las intenciones de los otros de manera más o menos acertada. Uno no mira lo que está haciendo el otro, sino la intención que lo motiva. Este es un descubrimiento soberbio. Es la base de nuestro contrato social.

Las neuronas espejo puede que sean la base del lenguaje. El lenguaje empezó siendo movimiento, mediante el movimiento se comunicaban las intenciones unos protohumanos a otros. Y el movimiento coordinado es baile y el baile es sintaxis. Las neuronas espejo se encuentran anatómicamente localizadas junto a las áreas del lenguaje, en zonas motoras y premotoras, encargadas de orquestar el movimiento intencionado. Por eso, llevando esto al terreno de la psicoterapia, es por lo que parece más adecuada una curación, más que a través de la palabra, como se hace hoy día, o al menos nos solo a través de ella, sino en rituales extáticos en los que los miembros de la tribu se reconocen como iguales en el baile. El baile conecta con esa forma esencial de comunicación en la que se expresa que todos estamos en la misma peli y es posible que ello se deba a las neuronas espejo. Ya en los bebés se puede ver cómo reaccionan más a las intenciones de los que le rodean que a sus acciones. Nacemos con la capacidad neuronal para convertirnos en expertos en “leer” las intenciones y los estados emocionales de los demás y eso se ve hasta en el lenguaje, donde sin toda la gestualidad que lo acompaña, muchas veces sería ininteligible para el receptor.

Tenemos un poco la sensación de estar alargando demasiado esta entrevista. Podríamos seguir, por nuestra parte, preguntando acerca de tantas cuestiones sobre las que tu punto de vista y experiencia nos interesan que no habría blog que aguantase (risas).

Otras ocasiones habrán, confiamos, para que nos hables de tus ideas sobre la salud, tus colaboraciones en revistas, sobre posibles farmacologías psicoactivas en el futuro, los mercados tipo Silk Road…

Así que, si te apetece comentar algo más… y si no, nos despedimos con esa idea-imagen de tu última respuesta: “El baile conecta con esa forma esencial de comunicación en la que se expresa que todos estamos en la misma peli…”.

Un placer, José Carlos.


Multimedia en Poblet

Por mi parte nada más tampoco pues. Solo decir que ha sido un placer haber contestado a vuestras preguntas. Pensaba que no tenía nada que contar y vaya, se me ha ido la mano un poco. Hasta pronto. Y que no pare la música…