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miércoles, 23 de julio de 2008

ESOS DIVINOS HONGOS




Los documentos más tempranos de los que disponemos a la hora de enfrentarnos con información sobre los hongos alucinógenos los encontramos tras la conquista del imperio azteca en 1521. Los frailes españoles recogieron numerosos relatos de los indios mejicanos que los utilizaban en sus ceremonias rituales con gran temor y reverencia. Ellos se dirigían al hongo con el nombre náhuatl: “Teonanácatl”, que significa Carne de Dios, de las voces Teotl: 
Dios y Nacatl: Alimento.
Pero a la iglesia católica no le gustaron en absoluto estos actos, considerados por ellos ritos diabólicos, y decretó el consumo de los mismos como herejía.
Veamos cómo la Inquisición guiaba a sus misioneros tras la prohibición:

“Deseo explicar cómo las llamadas setas son pequeñas y amarillentas y para recolectarlas sacerdotes y ancianos son designados para estos menesteres, que van a las montañas quedándose casi toda la noche sermoneando y orando supersticiones. 

Al amanecer, cuando comienza una brisa que dicen conocer, empieza la colecta de los hongos, a los que atribuyen deidades. 
Cuando son comidos o bebidos les intoxican, privando a aquellos que los toman de sus sentidos y haciéndoles creer miles de cosas absurdas".

La Inquisición consiguió lo que deseaba, y durante siglos, el culto a los hongos se mantuvo enterrado. Curioso es que incluso se defendiera una teoría que negaba su existencia, y se atribuía al peyote desecado. Pero afortunadamente esto habría de cambiar, hacia la década de los 30, Blas Pablo Reko, un etnobotánico austríaco, y Robert J. Weitlaner, antropólogo de la misma nacionalidad estudiaban el tema en Méjico, pudiendo conseguir especímenes de primera mano, que fueron enviados a un estudiante de Harvard que luego se convertiría en gran investigador de plantas alucinógenas: 

Richard Evan Schultes.
El material resultó dañado en el trayecto y Schultes sólo pudo concretar el género: Panaeolus. Interesado, viajó al pueblo donde se habían obtenido los ejemplares (el después famoso) Huatla de Jiménez en Oaxaca, y pudo recolectar tres géneros diferentes.

Ese mismo verano, en 1939, sería la primera vez que unos extranjeros 

presenciaban una ceremonia indígena con hongos. 
Los privilegiados fueron la hija de Weitlaner y su prometido.
Pero no fue hasta el 29 de Junio de 1955 que Teonanácatl sería catado por Robert Gordon Wasson, un banquero de New York y el fotógrafo Allan Richardson en una “velada” oficiada por la curandera Eva Méndez, nada menos que María Sabina.



Durante más de 30 años, Gordon y su mujer Valentina habían estudiado el empleo de los hongos mágicos por parte de diferentes culturas.
Todo comenzó una tarde de su luna de miel en Castkill Mountains en un paseo campestre en el que ella recogió cariñosamente algunas setas que luego cocinó y comió gustosa.
Su procedencia rusa la había educado con micofilia, mientras que a Gordon la cultura sajona le había hecho desdeñar cualquier acercamiento, temiendo incluso quedarse viudo aquella misma noche…
Este curioso incidente les llevó a informarse copiosamente y posteriormente publicar un extensísimo libro titulado: “Mushrooms Russia and History”.


Así, el día en que recibieron una carta del poeta Robert Graves haciendo referencia a los hongos maravillosos de Méjico, decidieron viajar hacia allá para descubrir por qué según sus estudios, nuestros antepasados habían adorado las pequeñas setas. Y sin duda lo hicieron.
Allan y Gordon se encontraban en un cuarto subterráneo y oscuro de la casa de adobe y techo de paja del mixiteca con el que habían contactado al llegar a Huatla. María Sabina les ofreció 6 pares a cada uno y ella y su hija ingirieron su dosis habitual: 13 pares.
La comunión sagrada aconteció entre oraciones y humo de incienso. Hacia la medianoche, se vieron inmersos de lleno en una retahíla de visiones increíbles con motivos artísticos, palacios, paisajes bellísimos, formas geométricas de fastuoso colorido; cada una de ellas 
emergiendo del centro de la anterior…
Hechizados y atónitos-según sus propias palabras- tuvieron la sensación de distinguir todo tal cual es, sin distorsiones. Sus personalidades se desdoblaron pudiendo su espíritu gozar 
observando visiones de los Dioses.


La curandera iba tarareando firme pero suavemente un cántico primitivo, emotivo , fresco y melodioso, que llegaba de repente a su culminación dando paso a rotundas y violentas palabras. Según los indios eran aseveraciones de Dios transmitidas a través de los hongos en respuesta a los diversos problemas planteados en el rito.
Esta expedición instó a Wasson a volver a probar
“la carne de Dios”, mientras que esta vez, 
Allan tomaba instantáneas en la oscuridad.
María Sabina volvía a entonar su canto
con actitud sagrada y digna:

Nadie se interpone, nadie pasa.

Nadie nos espanta, nadie hace dos caras.
Señor San Pedro, Señor San Pablo.
Justicia que es buena, ley que es pura.
Ley que es clima buena... ¡Anímate!
Con constancia,
Con leche de mamar, con rocío.
Con frescura, con ternura.
Nadie que espanta, nadie que hace dos caras.
Voy a dar justicia hasta la casa del cielo.
Hasta delante de tu vista, delante de tu gloria.
Mi madre patrona, madre princesa, corazón de Jesús.
¡Que viva!
Soy la mujer licenciada, soy la mujer de trámites.
Nadie se interpone, nadie pasa.
Soy mujer de justicia, mujer de ley.
Soy mujer limpia, soy mujer buena.
Mujer espacio soy.
Mujer de día soy.
Mujer de luz soy.
Nadie que le espanta.
Nadie me hace dos caras.
Mujer licenciada soy, mujer de trámite soy.
Le voy a dar cuenta a mi Señor.
Y le doy cuenta al juez.
Y le doy cuenta al gobierno.
Y doy cuenta al Padre Jesucristo.
Y mi madre princesa, madre patrona, ay Jesús, Padre Jesucristo.
Mujer de peligro soy, mujer de hermosura soy.
Le queda mi Libro.
Mi querido obispo, bueno, limpio.
Mi buena y limpia oración.
Mi buena y limpia monja, ay Jesucristo.
Nadie que me espanta, nadie que me hace dos caras.
Mujer licenciada soy, mujer de trámites soy.
Voy al cielo, Jesucristo.
Y la ley me conoce, el gobierno me conoce.
Y me conoce el juez, y me conoce Dios, Padre Jesucristo.
Mujer licenciada soy, mujer de trámites soy.
Voy al cielo, allí está mi papel.
Allí está mi Libro.
Hasta delante de tu vista, hasta delante de tu boca, tu gloria.
Ay Jesucristo, ay Ave María, y Jesucristo...

Cantos chamánicos de María Sabina

(fragmentos grabados por Robert Gordon Wasson en una velada del verano de 1957)

Robert Gordon Wasson afirmaría más tarde: “Por primera vez, comprendí el significado de la palabra éxtasis.Por primera vez fue algo más que la descripción del estado mental de otra persona”.

Estas experiencias se publicaron en un articulo de la prestigiosa revista LIFE el 13 de Mayo de 1957 con el nombre de: 
Su mujer también pudo en otra ocasión verse llevada a otros tiempos en una velada con su hija, en la que asistió a un baile en el palacio de Versailles donde se bailaba un minué de Mozart vestido de época…
Una semana después en otra revista, la “This week Magazine” ella también publicaría su visión de los hechos en el articulo llamado: “Yo comí los hongos sagrados”.
La hija de Wasson, Masha, escribió un ensayo sobre su padre en una recopilación tributo:
Tales aventuras espirituales les motivaron enormemente a proseguir sus estudios, y durante algunos veranos Wasson volvió a Méjico a investigar llevando consigo a gente del calibre de Roger Heim, por ejemplo, director del Museo Nacional de Historia de Francia y gran micólogo. 
Gracias a esta asociación, se llevaron a cabo descubrimientos sobre especies nuevas para la ciencia, estudios minuciosos sobre el cultivo en laboratorio e investigaciones de órden químico para las que contaron con el ínclito Albert Hofmann, que no hacía mucho había hallado 
la LSD o dietilamida del ácido lisérgico.
Se concluyó gracias al método cromatográfico que la presencia en los hongos mejicanos de sus principios activos más comunes: la psilocibina y psilocina. 


Estos alcaloides pudieron ser sintetizados y con autoensayos convenir que eran igualmente satisfactorios los efectos obtenidos. Al resultado químico se le dio el nombre de “Indocybin” y la compañía farmacológica Sandoz lo distribuyó gratuítamente para la investigación 
aunque nunca llegó a comercializarse.


A este respecto, Hofmann le dio a probar a Maria Sabina unas cápsulas de psilocibina
y ésta no encontró diferencia alguna. Es más, le expresó su agradecimiento ya que ahora 
podría ayudar a la gente incluso cuando los hongos no estuvieran disponibles 
en las épocas de sequía.
Por lo que concierne a las pruebas de Roger Heim y compañía con el cultivo en laboratorio de especies encontradas en diferentes lugares de Méjico, cabe decir que los resultados de las primeras cosechas fructificaron perfectamente y la obtención en abundancia pareció relativamente fácil, permitiendo así establecer las particularidades fisionómicas, 
anatómicas y biológicas pertinentes.

Y esta es la historia del redescubrimiento del "Hongo Sagrado",
y las personas más importantes que contribuyeron a ello.