Happy Birthday Louis.
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lunes, 12 de septiembre de 2016
LOUIS C.K. - MARIHUANA
Happy Birthday Louis.
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lunes, 28 de marzo de 2016
TRIPPY PORTRAITS: NICOLAS ROSENFELD - SYD BARRETT
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viernes, 11 de marzo de 2016
ENTREVISTA FERNANDO SÁNCHEZ DRAGÓ - ALBERT HOFMANN EN "EL MUNDO POR MONTERA" de 1989
La famosa entrevista de Sánchez Dragó a Albert Hofmann en su programa
"El mundo por montera" de TV2, en 1989.
Con Antonio Escohotado, Fernando Savater, Luis Racionero, Mario Satz & André Malby.
http://blotterart.com/
martes, 23 de febrero de 2016
EL CINE COMO ENTEÓGENO - EL ABRAZO DE LA SERPIENTE / CIRO GUERRA, 2015
Película colombiana nominada a los Oscars 2016, basada en los viajes de nuestro querido Richard Evan Schultes & Theodor Koch-Grünberg por el Río.
lunes, 15 de febrero de 2016
MESA REDONDA: PRESENTACIÓN DE PHIKAL Y TIHKAL DE ALEXANDER & ANN SHULGIN EN MADRID
Alexander Shulgin, conocido por todo el mundo como “Sasha”, y en su ambiente familiar por el diminutivo ruso más íntimo de “Shura”, nació el 17 de junio de 1925 en Berkeley (California), de padre ruso y madre estadounidense, ambos profesores de ideas avanzadas para los Estados Unidos del siglo XX. En un ambiente liberal de clase media, rodeado de libros y de visitantes que entablaban largas y sesudas charlas con sus progenitores, creció el protagonista masculino de estos dos libros.
El momento más importante de su vida fue cuando decidió despedirse de la empresa Dow Chemicals –donde había descubierto el primer insecticida biodegradable y cobraba un jugoso sueldo– para encerrarse en su laboratorio con la intención crear el mayor número posible de sustancias que sirvieran para despertar nuestras mentes, mejorar nuestras capacidades y hacernos conscientes de nuestra verdadera función en este mundo.
Fruto de sus investigaciones de muchos años fue el primero de estos libros, PIHKAL, publicado en 1991, en el que, además de su vida y cómo conoció a su mujer, co-protagonista y coautora,Ann Shulgin, describe la síntesis de sustancias–de la categoría de las feniletilaminas– tan conocidas como la MDMA, la 2c-b (nexus), la 2c-iy la 2c-e, hasta un largo etcétera que llega a 179 drogas totalmente explicadas. La obra despertó las iras de las autoridades estadounidenses, que enviaron a su casa a todo un equipo de agentes encargado de rastrear cada centímetro, en busca de pruebas que le incriminaran.
La multa impuesta (25.000 dólares) y la retirada de su licencia para manipular drogas no le hicieron cejar en su empeño, sino que lo prosiguió con más fuerza, y en 1997 publicó TIHKAL, dedicado en este caso a las triptaminas, y con un cariz político más marcado que el libro anterior.
Juan Carlos Ruiz Franco es licenciado en Filosofía y DEA del doctorado de la misma carrera. Cuenta también con títulos de postgrado en Sociología y en Nutrición Deportiva, además de los de monitor de ajedrez y de entrenador de fitness y musculación por varias escuelas y asociaciones deportivas. Compagina su principal trabajo, el de profesor de Filosofía, con el de traductor (con más de treinta libros de diversas disciplinas traducidos al castellano) y el de escritor (es autor de las obras Drogas Inteligentes y de Albert Hofmann – Vida y legado de un químico humanista, y editor y coautor de Pioneros de la coca y la cocaína). Escribe mensualmente para la revista Cannabis Magazine, con la que lleva colaborando casi diez años.
Su trabajo más reciente ha sido el de dirigir la traducción y edición al español de los dos enormes y magníficos volúmenes de los Shulgin que son objeto de esta presentación, PIHKAL y TIHKAL. En las direcciones de Internet www.jcruizfranco.es y www.drogasinteligentes.com puede leerse bastante material suyo.
José Carlos Aguirre es filósofo, periodista y escritor. Como periodista, ha sido redactor en la revista universitaria Generación XXI. Su atención a temas como el de la modificación de la conciencia y la relevancia de la imaginación creadora ha cristalizado en ensayos comoPsicodelia y cultura enteogénica o La psique creadora: Magia y virtualidad en la sociedad del espectáculo, en la edición de libros comoVisionarios o Cartografías de la experiencia enteogénica y en el blog phantastikablog.blogspot.com.es También es autor del blog de expresión poética lapiedraliquida.blogspot.com.es
Manuel Guzmán es Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Presidente de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (SEIC). Desde hace unos veinte años, su investigación se centra en el estudio de los mecanismos moleculares por los que los compuestos activos del cannabis (los ‘cannabinoides’) actúan en el organismo, así como cuál podría ser la utilidad terapéutica de dichos compuestos en los terrenos de la oncología y la neurodegeneración. Su trabajo ha permitido caracterizar nuevos mecanismos de acción y efectos de los cannabinoides y sugerir nuevas implicaciones fisiopatológicas derivadas de ellos. Dicho trabajo ha dado lugar a la publicación de ciento treinta artículos de investigación en revistas científicas especializadas y siete patentes internacionales.
Fernando Caudevilla es médico, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, y Experto Universitario en Drogodependencias. Desde hace quince años compagina su actividad asistencial en un Centro de Salud con distintas actividades formativas, de investigación y divulgación sobre drogas psicoactivas. Es asesor médico de la ONG Energy Control, dedicada a la reducción de riesgos en el uso recreativo de drogas. Ha publicado estudios científicos sobre la MDMA y el 2C-B, y es autor del libro Éxtasis (MDMA). Puede leerse material suyo en las direcciones www.doctorcaudevilla.com y www.elsubmarinodeldoctorx.com.
Alejo Alberdi (San Sebastián, 1960), músico: la Banda Sin Futuro y después Derribos Arias, un grupo de referencia en la movida. Experto en enteógenos.
Martes 16 de Febrero, 19 hrs.
Librería el Olor de la Lluvia
Se ruega máxima puntualidad
Calle de las Maldonadas, 6
Metro La Latina/Tirso de Molina
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Texto extraído de:
viernes, 8 de enero de 2016
ASPECTOS QUÍMICOS, FARMACOLÓGICOS Y MÉDICOS DE LOS PSICOTOMIMÉTICOS - ALBERT HOFMANN
Traducción de J. C. Ruiz Franco (http://www.alberthofmann.es), originalmente publicada en la revista Cannabis Magazine.
(Datos de la obra original: “Chemical pharmacological and medical aspects of psychotomimetics”, publicado originalmente en J. Expt. Med. Sc., vol V, nº 2, septiembre de 1961.
La presente traducción se ha realizado con permiso, por escrito, de Rick Doblin, presidente de MAPS (http://www.maps.org).
Dirección de la WWW Psychedelic Bibliography: http://www.maps.org/wwwpb/
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Los alucinógenos forman una subclase dentro del extenso grupo de los compuestos psicotrópicos, es decir, las sustancias que ejercen algún tipo de influencia sobre la psique. Estos productos siempre han jugado un papel relevante en la medicina, pero su importancia ha crecido mucho en los últimos años.
Los compuestos psicotrópicos pueden dividirse en los seis grupos siguientes:
⦁ Analgésicos y euforizantes: morfina, heroína, petidina, metadona, amidopirina.
⦁ Sedantes y tranquilizantes: rauwolfia, fenotiazinas, meprobamato.
⦁ Hipnóticos: barbitúricos, hidantoínas, hidrato de cloral.
⦁ Embriagantes: alcohol, cloroformo, éter, benceno.
⦁ Estimulantes: anfetaminas, cafeína, cocaína, iproniazida.
⦁ Psicotomiméticos o alucinógenos: mescalina, cannabis, LSD, psilocibina.
Los efectos de estos tipos de sustancias se solapan en gran medida, de forma que podríamos ofrecer una clasificación distinta. De este modo, la cocaína puede incluirse no sólo en el grupo de estimulantes, sino también en el de analgésicos y euforizantes. El alcohol, la droga más conocida, puede incluirse en los euforizantes y en los embriagantes.
Las sustancias del sexto grupo, los psicomiméticos o alucinógenos, de los cuales nos vamos a ocupar, difieren de los otros cinco en que poseen unos efectos característicos propios. Mientras que el de las pertenecientes a los cinco primeros grupos consiste básicamente en una influencia sobre el estado de ánimo, o en la producción de sedación, sueño o estimulación, la acción de los psicotomiméticos es mucho más profunda. Elicitan potentes alteraciones psíquicas, asociadas con cambios en la percepción de la realidad del espacio y el tiempo, dos de las características básicas de nuestra existencia. Generan fuertes cambios en la imagen corporal y la personalidad. No obstante, se conserva la consciencia. En este aspecto hay una importante diferencia entre los efectos de los psicotomiméticos y los de los analgésicos y euforizantes como la morfina o el alcohol, cuyos efectos están asociados con reducciones más o menos marcadas del nivel de consciencia. Los psicotomiméticos transfieren al sujeto a un nuevo mundo, a una especie de universo fantástico que se experimenta como real, generalmente más real e intenso que la vida cotidiana. En este mundo imaginario todo parece tener gran relevancia; los objetos pierden su valor simbólico; los vemos con mayor nitidez, irradiando cada uno su propia existencia. Los colores son más brillantes y adquieren más significado. La condición originada por los psicotomiméticos va generalmente acompañada por una hipersensibilidad visual que puede incluso llevar a ilusiones sensoriales. Sin embargo, las verdaderas alucinaciones no suelen tener lugar; esto ocurre sólo con dosis muy altas. Las alucinaciones no son una característica propia de estas sustancias, y por tanto sería correcto llamarlas, no alucinógenos, sino psicotomiméticos, es decir, sustancias que imitan un estado similar a la psicosis. Otra expresión para estas sustancias es “drogas que alteran la mente”, lo cual no suena demasiado científico, pero sí describe bien sus efectos.
Psicotomiméticos
Anhalonium Lewinii (peyote) / Mescalina
Cannabis indica / Tetrahidrocannabinol y otros
Peganum harmala y Banisteria caapi (yagé) / Harmina, harmilina
Piptadenia peregrina (cohoba) / Bufotenina, dimetiltriptamina
Piper Methysticum (kawa-kawa) / Kavalactonas**
Amanita muscaria / Muscarina, ácido iboténico, muscimol**
Psilocybes y Stropharia cubensis / Psilocibina, psilocina
Rivea corymbosa (ololiuqui) / Derivados del ácido lisérgico
LSD 25 / Dietilamida del ácido lisérgico
Esta lista muestra una serie de compuestos que pueden clasificarse como psicotomiméticos. La mayoría se conocen como drogas mágicas o esotéricas. Se utilizaban en rituales y en ceremonias religiosas. Algunas aún se usan en la actualidad para estos propósitos; por ejemplo, por algunas tribus indias de las montañas del sur de México. Puesto que sus propiedades no deben darse a conocer, y además no carecen de riesgos, constituyen un tabú para los nativos. Sólo los curanderos, los magos, pueden manejarlas. Hasta cierto punto, esta restricción se aplica también al empleo de estas sustancias en nuestro mundo cientifista: no deben ser tomadas por legos sin supervisión médica; sólo si existe control por parte del actual sucesor del curandero, el psicoterapeuta.
Tras un breve comentario sobre las drogas de la lista anterior, trataré con más detalle los psicotomiméticos obtenidos en nuestras investigaciones: la LSD, los principios activos de los hongos mágicos mexicanos, y el ololiuqui, otra droga mágica mexicana.
La mescalina es el principal principio activo del peyote, el cacto de la especie Anhalonium Lewinii. La estructura química de la mescalina fue descrita por Späth, quien también logró sintetizar este alcaloide . Han aparecido muchas publicaciones sobre el culto al peyote de los indios mexicanos, y sobre los efectos de la mescalina (2,3). Sólo mencionaré algunos aspectos de interés en relación con los efectos de la dietilamida del ácido lisérgico y la psilocibina. De especial interés es la elevada dosis de mescalina necesaria para intoxicarse. La dosis habitual de mescalina está entre 0,3 y 0,6 gramos. Poco después de tomar la droga, se experimentan estos síntomas autonómicos desagradables: náuseas, temblores y sudoración. En realidad, el malestar precede a la embriaguez. Tras una o dos horas, cuando estos efectos desagradables están remitiendo, aparece el estado alucinógeno real, que suele ir acompañado por visiones muy coloridas. Aldous Huxley ofreció una brillante descripción de sus experiencias con la mescalina en su libro Las puertas de la percepción .
El hachís es una sustancia procedente del Oriente Próximo que se conoce desde hace miles de años. Procede de la planta Cannabis indica . El hachís es famoso en la literatura desde que el poeta francés Charles Baudelaire describió sus experiencias en el libro Los paraísos artificiales. Más recientemente, se ha extendido por el Nuevo Mundo, especialmente en Centroamérica, donde suele consumirse en forma de cigarrillos de marihuana, sobre todo por jóvenes y personas integrantes de ciertas subculturas. De las numerosas sustancias que se han aislado a partir del hachís, parece que el tetrahidrocannabinol es el principal responsable de sus efectos. Los tetrahidrocannabinoles son derivados del difenol, los únicos psicotomiméticos no nitrogenados.
Los principios activos harmina y harmalina se han aislado a partir de dos plantas empleadas en ceremonias religiosas en distintas partes del mundo: el Peganum harmala , que crece en las estepas asiáticas, y la Banisteria caapi (7,8), una enredadera sudamericana. “Telepatina”, un nombre utilizado en lugar de “harmina”, sugiere el uso de la droga para propósitos místicos y telepáticos.
Algunas tribus indias de la región sudamericana del Orinoco utilizan las semillas y las hojas de la Piptadenia peregrina, una mimosácea, para preparar un tipo de rapé llamado “cohoba”, el cual —se supone— aporta a los guerreros valor e insensibilidad al dolor. De esta planta se han aislado dos sustancias, la bufotenina y la dimetiltriptamina (9).
Los principios psicotomiméticos de la Piper methysticum no se han elucidado aún**. Se toma como embriagante en las Islas del Mar del Sur (10), donde se conoce como kawa-kawa.
Ciertas tribus de Siberia ingieren variedades especiales de la seta Amanita muscaria para inducir un estado de intoxicación y para ritos religiosos. El principio activo aún no se conoce**. La muscarina y las ínfimas cantidades de bufotenina (11) encontradas en las variedades europeas no pueden explicar los efectos psicotomiméticos de la variedad siberiana (12).
Tras este breve repaso, me gustaría tratar con más detalle los psicotomiméticos obtenidos en nuestras propias investigaciones.
Dietilamida del ácido d-lisérgico (LSD 25)
La dietilamida del ácido lisérgico, también conocida como LSD 25, es extremadamente efectiva, tanto cualitativa como cuantitativamente. La evidencia la ofrecen casi ochocientos artículos sobre estudios farmacológicos y clínicos realizados con este compuesto. Me tendré que limitar a explicar nuestros propios experimentos y experiencias, pero en primer lugar haré algunos comentarios
sobre la historia de la LSD.
La dietilamida del ácido lisérgico fue creada en el transcurso de las investigaciones sobre los alcaloides del ergot que se efectuaron durante varias décadas en los Laboratorios de Investigación Sandoz, en Basilea. El centeno puede infectarse con el hongo Claviceps purpúrea. Los granos infectados crecen, se vuelven de color oscuro y son lo que se denomina “ergot”. El ergot contiene alcaloides terapéuticos muy importantes, como todo el mundo sabe. Nosotros pudimos sintetizar uno de esos alcaloides, llamado ergometrina, el principio oxitócico del ergot. La ergometrina es la propanolamida del ácido lisérgico, y éste compone el núcleo característico de todos los alcaloides del ergot. Subsiguientemente, preparamos muchos otros derivados del ácido lisérgico del tipo de la acidamida, incluyendo la dietilamida . Este derivado se sintetizó con el objetivo de que fuera un analéptico, como podría esperarse al ver la relación estructural entre el anillo del ácido lisérgico y el de la niketamida, un analéptico muy conocido.
Cuando estaba preparando tartrato de dietilamida de ácido lisérgico, experimenté un extraño, pero no del todo desagradable, estado transitorio de intoxicación. Atribuí esto a algún factor externo. Para asegurarme de la causa, tomé 0,25 miligramos de tartrato de dietilamida de ácido lisérgico. Este primer ensayo planificado con LSD causó resultados dramáticos: la dosis de 0,25 miligramos, que consideré muy baja, demostró ser de cinco a diez veces mayor que la dosis activa normal. Todos los síntomas experimentados fueron pronunciados e intensos, y en mi informe sobre este ensayo personal pueden leerse todos los efectos fundamentales de la LSD . El primer experimento sistemático sobre los efectos clínicos de la LSD en sujetos normales y en pacientes con trastornos mentales fue llevado a cabo por el psiquiatra W. A. Stoll, en la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Zurich.
La LSD es, con mucho, el psicotomimético más activo y específico de todos los conocidos. La dosis oral activa en seres humanos está entre 0,02 y 0,05 miligramos. De este modo, la LSD es unas doscientas veces más activa que la cocaína o la anfetamina, y diez mil veces más activa que la mescalina. Esta gran potencia no es sólo un dato anecdótico, sino también un dato farmacológico del mayor interés. Su potencia extremadamente elevada indica que actúa sobre estructuras muy profundas; probablemente actúa algún sitio de regulación central.
Para valorar la especificidad de una sustancia es importante conocer no sólo su potencia, sino también la relación entre la dosis activa y la dosis tóxica, es decir, el margen terapéutico. Por lo que sabemos, no existe ningún caso de toxicidad debida a la LSD, aunque se han realizado numerosos experimentos con esta droga. En animales, la LD50* varía mucho según la especie. En el ratón es de 46 mg/kg; en la rata 16 mg/kg, y en el conejo 0,3 mg/kg. La muerte sobreviene por parálisis respiratoria . La dosis activa en seres humanos es de 0,5 µg/kg. Por supuesto, no es posible comparar la toxicidad en animales con la actividad en seres humanos. No obstante, estas cifras revelan la peculiaridad de los efectos psíquicos de esta droga.
En el caso de un psicotomimético tan específico como la LSD, resulta de interés saber cómo se distribuye en el organismo. Sería de esperar que este compuesto se acumulara en el cerebro. Sin embargo, las investigaciones han mostrado que no es así.
La distribución en el cuerpo y la posterior excreción han sido estudiadas en ratones con ayuda de LSD marcado con carbono 14 . La LSD, administrada por inyección intramuscular, desaparece rápidamente de la sangre y se encuentra después en varios órganos. Lo sorprendente es que la concentración en el cerebro es la más baja. Las concentraciones en los órganos alcanzan sus valores máximos tras diez o quince minutos, y después disminuyen muy rápidamente. Una excepción es el intestino delgado, donde la actividad se eleva al máximo durante un período de dos horas. La excreción es principalmente por el hígado, la bilis y el tracto intestinal (un 80 %). Los estudios en los que se extrajeron los órganos dos horas después de la administración mostraron que sólo del 1 al 10 % del compuesto activo era en forma de LSD original; la cantidad restante consistía en metabolitos hidrosolubles. Como el efecto psíquico alcanza su punto máximo cuando la mayor parte de la LSD ha desaparecido de los órganos, puede concluirse de estos estudios, con un alto grado de probabilidad, que incluso dosis mínimas pueden desencadenar una serie de reacciones que generan sus síntomas psíquicos característicos.
Las principales investigaciones sobre las propiedades farmacológicas de la LSD se realizaron en los Laboratorios Farmacéuticos Sandoz, bajo la dirección del profesor Rothlin y su sucesor, el doctor Cerletti. Los efectos farmacológicos de la LSD pueden dividirse en tres grupos principales:
centrales, periféricos y neurohumorales.
De los efectos periféricos, merece mención especial la acción directa sobre los músculos lisos, especialmente el efecto oxitotócico, característico de los alcaloides del ergot.
Como efecto neurohumoral, es digno de destacar su efecto antagonista de la serotonina (5-hidroxi-triptamina). En concentraciones extraordinariamente bajas, la LSD bloquea
los efectos periféricos de la serotonina.
Los efectos centrales de la LSD son múltiples. Pueden resumirse como la formación de un síndrome de estimulación ergotrópica. Este síndrome incluye:
⦁ Activación detectable en el electroencefalograma.
⦁ Estimulación de las sinapsis de la formación reticular, lo cual genera una mayor sensibilidad a los estímulos sensoriales.
⦁ Estimulación de las estructuras simpáticas, lo cual se manifiesta en forma de midriasis, hipertermia, piloerección, etc.
⦁ Estimulación de los reflejos monosinápticos; por ejemplo, el reflejo patelar.
La ataxia y los efectos bulbomedulares, como por ejemplo los vómitos, aparecen
sólo con dosis altas y tóxicas.
No todos los efectos de la LSD son estimulantes. En ciertas pruebas y ciertos animales, la LSD elicita marcados efectos depresivos. Por eso la anestesia con barbitúricos en el ratón y la rata se potencia con la administración de LSD, y la temperatura corporal y el consumo de oxígeno se reducen.
En general, las dosis requeridas para producir estos efectos en animales son bastante más altas que las que generan efectos psíquicos en seres humanos. La única excepción es el conejo, en el que ciertos efectos autónomos (por ejemplo, la hipertermia) pueden ser elicitados con dosis mínimas, de 0,5 a 1 µg por kilogramo de peso corporal.
No obstante, las propiedades específicas de esta droga no consisten en estos efectos farmacológicamente determinables, que son de menor importancia en seres humanos, sino en sus extraordinarios efectos psíquicos.
Nuestro conocimiento de las funciones psíquicas es aún muy limitado. Una sustancia con la actividad de la LSD ofrece nuevas posibilidades para el estudio experimental de las relaciones entre la psique y el cuerpo. Uno de los caminos por los que la investigación psicofarmacológica puede obtener una buena perspectiva de las relaciones entre cuerpo y psique consiste en efectuar modificaciones en la estructura de un agente psicotrópico y comparar los efectos farmacológicos de los distintos derivados a partir de los efectos psíquicos en seres humanos. Esto permite observar las correlaciones entre los efectos bioquímicos, periféricos y centrales, por un lado, y los efectos psíquicos, por otro.
Se puede modificar la estructura molecular de la LSD de distintas formas, con el fin de obtener derivados con ciertas diferencias, entre los cuales están la 2-bromo-LSD y la 1-acetil-LSD. En general, todos son antagonistas de la serotonina, una característica común. Al comparar la actividad antiserotoninérgica y psíquica de la LSD con la de sus derivados nos encontramos con aspectos interesantes. Cuando se descubrió esta propiedad, se pensó que sus efectos psíquicos podían deberse a que bloquea ese neurotransmisor en el cerebro, que interviene en varios procesos del sistema nervioso central. Sin embargo, la comparación entre diversas sustancias muestra que esta hipótesis no es correcta. Compuestos como la bromo-LSD o, sobre todo, la 1-metil-2-bromo-LSD y la etilamida del ácido 1-metil-lisérgico, son antagonistas de la serotonina mucho más potentes que la LSD, pero no tienen prácticamente efectos sobre la psique. Por tanto, el antagonismo de la serotonina no correlaciona con la actividad psicotomimética.
Por otro lado, la comparación entre la estimulación y los efectos psíquicos muestra características muy interesantes. Los compuestos con efectos psíquicos más marcados, la LSD y la acetil-LSD, elicitan el síndrome de excitación más potente. En cambio, los compuestos sin actividad psicotomimética no generan síndrome de excitación.
De estas investigaciones podemos concluir que existe, en el grupo de la LSD y sus derivados, una relación entre la actividad psicotomimética y el síndrome de estimulación simpática central, lo cual puede considerarse una importante aportación a nuestro conocimiento sobre las bases farmacológicas de los procesos psíquicos.
Psilocibina y psilocina, los principios psicotrópicos del teonanácatl
El “teonanácatl”, el “hongo sagrado”, tuvo un papel relevante en las culturas precolombinas de Centroamérica. La famosa crónica del padre franciscano Bernardino de Sahagún, titulada “Historia General de las Cosas de la Nueva España”, que cubría los años 1529 – 1590, ofrece una excelente descripción de la cultura, la historia y la destrucción del Imperio Azteca por parte de Hernán Cortés. También contiene datos sobre el uso de los hongos sagrados que ingerían los indios de México en sus fiestas y ceremonias religiosas. De las crónicas de Sahagún y de otros informes podemos deducir que el teonanácatl no sólo lo tomaba el pueblo en eventos sociales y fiestas, sino que también lo ingerían los sacerdotes y los adivinos. Éstos quedaban poseídos por el espíritu del hongo —los misioneros cristianos decían que era por el diablo—, con lo que gozaban del don de la clarividencia que les permitía, entre otras cosas, identificar las causas de las enfermedades
e indicar la forma en que se podían tratar.
El empleo de estos hongos y su adoración por parte de los indios de Centroamérica deben de ser muy antiguos, y se ha llegado a la conclusión de que se remontan a más de mil años antes de nuestra era.
Aunque este culto a los hongos es muy antiguo, nuestro conocimiento sobre él es muy reciente. Durante varios siglos, a los informes de las viejas crónicas se les prestaba poca atención, probablemente porque se consideraban extravagancias de una época supersticiosa. Sin embargo, entre 1936 y 1938, los investigadores americanos Robert J. Weitlander, Blas Pablo Reko, Jean Basset Johnson y Richard Evans Schultes afirmaron que los nativos de ciertas zonas del sur de México aún ingerían hongos con propósitos mágicos.
Gordon Wasson y su esposa, Valentina Pavlovna, realizaron después estudios sistemáticos sobre el culto a los hongos en su forma actual. Entre 1953 y 1955 hicieron varios viajes a las zonas montañosas más recónditas del sur de México con el objetivo de estudiarlo. En una expedición posterior, en el verano del año 1956, Wasson fue acompañado por el famoso micólogo R. Heim, de París, quien pudo clasificar los tipos más importantes de hongos mágicos. Eran hongos foliares (Agaricales), de una clase poco conocida, casi todos del género Psilocibe.
Después se vio que algunas de estas especies se podían cultivar en laboratorio . El cultivo artificial proporcionó un buen material, especialmente de uno de ellos, Psilocibe mexicana Heim.
La cooperación entre el Laboratorio de Criptogamia del Museo Nacional de Historia Natural de París y los Laboratorios Sandoz, de Basilea, hizo posible obtener suficiente cantidad de
Psilocibe mexicana para su estudio.
Si no existe evidencia de la naturaleza química de la sustancia que se busca, como sucedía con estos hongos mágicos, entonces el intento de aislar el principio activo debe basarse en pruebas farmacológicas. En primer lugar, probamos extractos de los hongos en animales. Los estudios fueron sobre la reacción pupilar y la piloerección en ratones, y sobre la conducta general en perros. Los resultados no fueron claros y generaron desacuerdos sobre la evaluación de los extractos. Después de haber administrado a los animales la mayor parte del material sin resultados concluyentes, dudábamos de que los hongos cultivados y secados en París fueran activos. Por tanto, decidí realizar un ensayo personal para aclarar este punto. Ingerí treinta y dos especímenes secos de Psilocibe mexicana, una dosis media para los indios. Pesaban 2,4 gramos. Los hongos ejercieron un fuerte efecto psicotomimético, según reflejó mi informe (ver “Vida y obra de Albert Hofmann (IX)”, Spannabis Magazine nº 56).
Este ensayo personal mostró que los resultados negativos de las investigaciones con animales no se debían a los hongos, sino a los animales estudiados, y que los seres humanos son más sensibles que los animales a las sustancias con efectos psíquicos. Por tanto, nos sentimos obligados a estudiar los efectos en seres humanos. Gracias a esta experiencia personal fue posible seleccionar las muestras de forma que pudiéramos prevenir una sobredosis y así minimizar el riesgo. Como 2,4 gramos de hongos secos me habían producido una fuerte reacción que duró varias horas, tomamos muestras de los extractos con sólo una tercera parte de esta cantidad, es decir, 0,7 – 0,8 gramos de hongos secos. Las muestras con propiedades psicoactivas ejercieron sólo un efecto suave. No obstante, fue suficiente para distinguir las que contenían el principio activo y las que no lo contenían.
Con la ayuda de esta prueba en seres humanos fue posible extraer el principio activo de los hongos, purificarlo y cristalizarlo. Pusimos el nombre de psilocibina a la nueva sustancia extraída del hongo mágico Psilocibe mexicana. Además de psilocibina, los extractos contenían pequeñas cantidades de otro compuesto indólico activo, al que dimos el nombre de psilocina . De esta forma resolvimos el misterio del teonanácatl, el hongo mágico. La sustancia cuyos efectos fantásticos llevó a los indios a creer que vivía un dios dentro del hongo había sido descrita en lo que a su estructura química se refiere, y podía sintetizarse en un tubo de ensayo. Ya no eran necesarios los pequeños hongos que crecían en las montañas remotas de México.
Los efectos de la sustancia pura son idénticos a los de los hongos de las viejas crónicas y a los informes de los estudios personales de Wasson, Heim, Hofmann y otros. En la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Basilea se realizó un análisis preliminar de los efectos de la psilocibina, basado en los ensayos de varios miembros de los Laboratorios Sandoz . Como resultado de estas y posteriores investigaciones, algunas de las cuales no se han publicado aún, los efectos de la psilocibina se pueden describir así: dosis orales de unos pocos miligramos generan, después de veinte o treinta minutos, cambios psíquicos. Los síntomas psíquicos producidos por dosis pequeñas —por debajo de cuatro miligramos— incluyen cambios en el estado de ánimo y en la relación con el medio. Suele haber una sensación placentera de relajación intelectual y corporal, así como un aislamiento respecto del entorno. Es frecuente que estos efectos vayan asociados a una sensación de cansancio y pesadez, y en ocasiones van acompañados de una ligereza extraordinaria, como si el cuerpo estuviera flotando. Con dosis más altas —entre seis y doce miligramos— aparecen cambios psíquicos más fuertes, relacionados con alteraciones en la percepción espacial y temporal, y con cambios en la autoconciencia y la imagen corporal. Aparece una hipersensibilidad visual que puede generar ilusiones y alucinaciones. En ese estado similar al sueño suelen aflorar recuerdos olvidados,
incluso algunos de la infancia.
La toxicidad de la psilocibina, determinada en animales, es muy leve comparada con las dosis activas en seres humanos. La LD50 en el ratón es de 280 mg/kg, con lo que la psilocibina es 2 – 5 veces menos tóxica que la mescalina en el ratón, aunque es 50 veces más eficaz
como psicotomimético en seres humanos.
El ololiuqui
Ololiuqui es el nombre azteca para las semillas de ciertas plantas convolvuláceas que los aztecas y tribus relacionadas con ellos han empleado en ceremonias religiosas y con propósitos mágicos, igual que hacían con los hongos sagrados. El ololiuqui aún se utiliza en nuestra época por algunos pueblos, como por ejemplo los zapotecas, chinantecas, mazatecas y mixtecas, que viven en las remotas montañas del sur de México en relativo aislamiento, poco o nada influidos por el cristianismo.
Una de las primeras descripciones y la primera ilustración del ololiuqui la ofreció Francisco Hernández, un médico español que, entre 1570 y 1575 realizó para el rey Felipe II un estudio exhaustivo de la flora y la fauna de México, en su obra “Rerum Medicarum Novae Hispaniae Thesaurus”. Un extracto de la traducción de la versión en latín dice así: “El ololiuqui, que algunos llaman coaihuitl, y que significa planta serpiente, es una planta trepadora con hojas verdes cordadas y flores blancas y largas. Cuando los sacerdotes querían comunicarse con sus dioses y recibir sus mensajes, la ingerían. En esas ceremonias se les aparecían miles de visiones
y alucinaciones de origen satánico”.
Un indio zapoteca recogió dos semillas distintas de ololiuqui, cerca de Oaxaca, en el sur de México, y nos llegaron a nosotros gracias a R. G. Wasson, el etnomicólogo aficionado, quien había participado con éxito en la investigación sobre los hongos sagrados. Una muestra constaba de semillas de color marrón, llamadas badoh en la lengua zapoteca, e idénticas a la Rivea corymbosa. La otra muestra la componían semillas negras, llamadas badoh negro, identificadas botánicamente como Ipomoea tricolor. La investigación química de las dos semillas ofreció el mismo resultado sorprendente: sus principios activos eran derivados del ácido lisérgico. De los seis componentes se pudieron identificar tres: amida del ácido lisérgico, amida del ácido d-isolisérgico y chanoclavina . Las fórmulas de estos compuestos muestran la estrecha relación química entre los principios activos del
ololiuqui y la LSD 25.
Este resultado es de considerable interés desde el punto de vista fitoquímico, ya que los derivados del ácido lisérgico sólo se habían descubierto hasta entonces en pequeños hongos del género Claviceps. No esperábamos encontrar estos alcaloides tan especiales en plantas superiores
de la familia de las convolvuláceas.
Hay otro aspecto interesante y notable de estos hallazgos. La amida del ácido lisérgico se había sintetizado e investigado farmacológicamente en nuestros laboratorios, junto con la dietilamida del ácido lisérgico (LSD), mucho antes de que descubriéramos que era uno de los principios activos de una de las plantas mágicas de los mexicanos.
Observaciones sobre la estructura química de los psicotomiméticos
Una revisión de las fórmulas estructurales de los psicotomiméticos naturales muestra que, con la excepción de los principios activos no nitrogenados del cannabis y la mescalina, todos son derivados del indol o, hablando en términos más precisos, derivados triptamínicos. No obstante, incluso la mescalina muestra cierta relación estructural con los indoles, y es posible que pueda, hasta cierto punto, convertirse en un derivado del indol en el organismo, que sería el responsable de sus efectos.
No puede ser una casualidad que la mayoría de los psicotomiméticos estén relacionados químicamente con el neurotransmisor serotonina, una de las sustancias más estudiadas por la investigación bioquímica. Ésta se acumula en el cerebro, donde realiza ciertas funciones en diversos procesos del sistema nervioso central. La relación estructural con la serotonina de los psicotomiméticos, todos ellos derivados de la triptamina, sugiere que ciertas estructuras indólicas son importantes en la bioquímica de las funciones psíquicas. La investigación bioquímica de las relaciones entre el metabolismo endógeno del indol y los psicotomiméticos con estructura indólica puede ser un buen campo de estudio para la psicofarmacología.
Dentro del grupo de los psicotomiméticos que contienen triptamina, podemos ver una estrecha relación estructural entre la LSD y la psilocibina, en el sentido de que ambos son derivados del indol con sustituciones en la posición 4. Los principios activos de los hongos mágicos mexicanos —la psilocibina y la psilocina— y los principios activos del cornezuelo del centeno —los alcaloides del ergot—, de los cuales se obtiene la LSD, son los únicos compuestos indólicos con una sustitución en la posición 4. Futuras investigaciones mostrarán hasta qué punto esta característica estructural común determina la actividad psicotomimética altamente específica de la LSD y la psilocibina.
El uso de los psicotomiméticos en la psiquiatría experimental y práctica
Los agentes psicotomiméticos han demostrado ser valiosas herramientas en la neurología y la psiquiatría experimental. La semejanza entre los efectos de las sustancias psicotomiméticas y los síntomas de ciertos trastornos mentales llevó a acuñar el término psicosis modelo. Estas psicosis modelo son valiosas para el estudio experimental de los procesos bioquímicos implicados en los trastornos mentales. Ha sido principalmente tras el descubrimiento de la LSD cuando se han hecho progresos considerables en esta dirección.
Aunque los psicotomiméticos han sido considerados durante algún tiempo una buena herramienta para la psiquiatría experimental, sólo en los últimos años se ha extendido su uso en psicoterapia. Se han obtenido resultados prometedores con su utilización como drogas terapéuticas. La literatura ya contiene un número considerable de artículos que insisten en la importancia de la LSD en este sentido. Resultados igualmente buenos se han obtenido con la psilocibina.
¿Cuál es la base del empleo de estos agentes en psicoterapia? Muestran dos efectos principales. En primer lugar, la capacidad para liberar al paciente de su fijación autista y de su aislamiento transformando su conducta habitual. Gracias a esta acción, el paciente puede tener una relación
más abierta con el terapeuta.
En segundo lugar, estas drogas reactivan recuerdos olvidados o reprimidos, incluso experiencias de la primera niñez. Esto es de la mayor importancia para el éxito de la terapia, especialmente cuando estas experiencias son las que han generado el problema psíquico.
El descubrimiento de psicotomiméticos de marcada actividad como la LSD, y de tranquilizantes como la reserpina, la clorpromazina, etc, ofrece nuevas posibilidades de influencia farmacológica en la esfera psíquica y ha llevado a acuñar el término psicofarmacología. El uso de psicotomiméticos y tranquilizantes en terapia se debe a sus efectos contrapuestos. Mientras que los tranquilizantes —como su nombre indica— elicitan sedación y ocultan los conflictos, los psicotomiméticos activan y revelan los traumas psíquicos. De esta forma se crean las condiciones adecuadas
para una verdadera recuperación.
Agentes como los psicotomiméticos, con sus efectos profundos e imprevisibles, no pueden tomarse sin supervisión médica. En la mayoría de los casos sería inútil, y en otros incluso peligroso. Sin embargo, en manos de un psicoterapeuta hábil y experto, estas sustancias facilitan la tarea médica de reconocer objetivamente los conflictos. En lo que respecta al aspecto subjetivo, ayudan al paciente a tomar conciencia del problema y a comprender mejor su enfermedad. Por este motivo, estas sustancias merecen ser llamadas drogas mentales.